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Victoria Fuentes

Marta: la adorable amenaza para los coches alemanes

La primera vez que oyes hablar de ello te hace gracia. Cuando es un local el que te lo cuenta, con cara de desprecio mezclada con miedo, comienzas a prestar atención a la historia. En Alemania es habitual encontrar en los aparcamientos al aire libre pequeñas patitas en los capós de los coches.

Al verlo la primera reacción es «ohhh ¿qué pequeño animalito habrá estado aquí?» Luego el dueño del coche te cuenta que esos «animalitos» son una plaga enviada del infierno que destroza los coches que encuentra aparcados al aire libre, y que no resulta tan gracioso cuando el coche no te arranca. Tú no quieres creerlo, pero sí. Son malos.

Se llama marta, y según la RAE es un «mamífero carnicero de cuerpo alargado y delgado, cabeza pequeña, hocico agudo, patas cortas, pelaje espeso y suave, más oscuro por el lomo que por el vientre y muy apreciado en peletería». Realmente estos pobres animales han tenido mala suerte con su relación con el ser humano: o le odian, o quieren hacerse un abrigo con él. De hecho se extinguieron por esta razón en Alemania en los años 50 del siglo pasado, pero se han ido recuperando hasta el punto de que ya no sólo habitan en el sur del país como solían hacer, también se han mudado al norte y se han adaptado a las ciudades.

El caso es que en Múnich es muy famoso por comerse los tubos y las piezas que contienen goma blanda y plástico. Puede causar averías en los tubos de los ejes motrices y directrices, los aislantes acústico y térmico y el refrigerante y las mangueras del lavado del parabrisas, aunque hoy en día no es tan sencillo que puedan introducirse dentro.

La broma cuesta cerca de 65 millones de euros en daños al año. En concreto, según la Asociación Alemana de Aseguradores, entre 2010 y 2014 las martas supusieron alrededor de 300 millones de euros.

Por ello ya se ha comercializado un dispositivo que se coloca dentro del motor y que emite un ultrasonido que se supone aleja al animalillo de su presa, aunque pueden llegar a acostumbrarse a ello. Si esto no consigue evadirlo, la descarga eléctrica que propina un cable colocado al lado puede que lo haga.

Los dueños de los coches eléctricos lo tienen aún más crudo, ya que cuentan con un elevado número de cables y la posibilidad de que el vehículo salga ardiendo si uno de ellos muerde los aislantes eléctricos.

Pero, ¿por qué lo hacen? Principalmente porque se sienten atraídos por el calor y la seguridad que les proporciona el habitáculo del motor. También pueden sentirse atraídos por el olor de la orina y las heces de otros colegas. Una vez dentro, lo que hacen es hacerse hueco para acomodarse y para ello muerden los cables y las mangueras que encuentran. Y se pone peor en verano; durante su época de apareamiento se vuelven más territoriales y marcan más intensamente su territorio a través de la orina y los mordiscos.

¿El mejor consejo para combatir a estos roedores? Contar con un buen seguro que cubra los daños. Pero no os hagáis abrigos con ellos.

Vía: Jalopnik
Imágenes: GDV

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