Después de nuestro bautismo en el Jarama con el Peugeot RCZ, la jornada continuó con un Curso de perfeccionamiento de la conducción, impartido por tres monitores de la escuela de conducción del RACE, con los ganadores del concurso y los bloggers del motor que nos acompañaron. Así que todo el grupo se dirigió en una preciosa caravana de RCZ (también había un Peugeot 207 y un 308, dos fantásticos productos que no merecen que nos olvidemos de ellos) hacia la pista deslizante que el Jarama tiene preparada para ello.
¿Y para qué sirve una pista deslizante?, te preguntarás. Pues porque en ella no es necesario alcanzar altas velocidades para que el control del coche se vea comprometido. Un sitio fantástico para aprender a trazar curvas, frenadas asimétricas con y sin ABS, maniobras de eslálom y estabilización del vehículo y comportamiento del coche con y sin ESP. Justo lo que íbamos a aprender.
Allí, empezamos por lo básico: aprender a sentarnos en el coche. No es ninguna tontería. La mayoría de nosotros situamos el asiento demasiado detrás y con el respaldo demasiado abatido. Vicios que deberíamos corregir, porque en una situación de riesgo quizás necesites llegar con el pie a un pedal que, si no estás correcatmente sentado, puede que no llegues. La referencia que debes tomar es el pie izquierdo, del embrague. Tienes que poder pisarlo a fondo, sin quedarte «de puntillas», con la pierna un poco flexionada para que el músculo de la pierna trabaje mejor. Y el respaldo, tan cerca de los 90 grados como sea posible, pero estando cómodo
Luego llegó el turno de cómo coger elvolante. Las manos han de estar enfrentadas para, en una situación de riesgo, poder actuar con premura. Nada de que estén paralelas arriba o abajo, o mover el volante apoyando la palma, como si pasas una balleta. Ni hablar. Si tu volante fuese un reloj, sitúalas a la 1:50 o 2:45. Así un brazo nunca entorpecerá al otro si surge un imprevisto en la carretera.
¿Y se pueden cruzar las manos? Olvida lo que te decían en la autoescuela. Sí, pero en curvas enlazadas y si las vas tomando como se debe, esto es: si la curva es a la derecha, pon tu mano derecha a las doce, adelantándote a ella, y lleva el coche hacia allí con esa mano. Así tu mano izquierda queda libre. Luego, si llega una curva a izquierda de inmediato, es cuanto podrás cruzar los brazos, vuelve con la derecha, cruza y toma la curva a izquierda con la mano izquierda. Pero sólo si llevas bien desde el principio podrás hacerlo sin que un brazo importune al otro, como si bailases con las manos, una tras otra, como en una maniobra de aparcamiento (bien realizada, claro).
Lo mejor fue pasar a la acción para ejecutar toda esta teoría en el eslalom, con más o menos fortuna según los conductores (los que estábais allí tranquilos, no vamos a dar nombres ;-). Por la parte que me toca, mi movimiento de manos era bueno (lo decía el monitor por el walkie, no me tiro flores gratuitas), pero cada vuelta al eslálom me emocionaba, quería ir más rápido y abría gas demasiado en las curvas, cuando se trataba de ir acelerando y soltando el acelerador. Parece básico, pero ojalá me hubiesen enseñado eso en la autoescuela y no a aparcar. Como dijo un monitor «¿A quién conocéis que se haya matado aparcando?
Luego llegó el turno de conocer el ABS. Se sabe qué es, pero muchas veces se ignora que para que funcione hay que pisar a fondo el pedal del freno. Y cuando ha funcionado, como el coche y el volante vibran y se escucha un ruido, hay gente que suele acudir al taller pensando que su coche está roto (eso nos contó un monitor). Un monitor hizo una prueba desconectando el ABS y luego con él. Más tarde, todos los participantes hicieron una maniobra evasiva empleando el ABS. El del Peugeot RCZ podemos decir que va de lujo. Da gusto.
Y para rematar, a deslizar. A todos nos suenan las siglas ESP (Programa Electrónico de Estabilidad, en sus siglas en inglés). Se trata de un sistema de estabilidad que, mediante sensores, es capaz de evitar un derrapaje, pero una gran parte de los conductores no sabe para qué sirve ni cuando se activa. Muchos, incluso no saben que su coche lo lleva instalado. Hoy en día, tres cuartas partes de los coches lo llevan y en un par de años será obligatorio que los coches nuevos lo lleven de serie. Probamos la diferencia de llevarlo activado y desconectándolo y el Peugeot RCZ es de esos que a mi me gustan: sólo salta cuando pones el coche al límite de derrapar, sin ser demasiado intrusivo y permitiéndote pequeños juegos con el coche en los que tu seguridad no corre peligro. Un coche muy divertido de conducir, en definitiva.
¿La conclusión? José María Ginés, uno de los monitores lo dejó claro: «Muchos de los que realizan estos cursos se van con la idea de que saben menos de lo que creían, pues han comprobado que, incluso después de haber practicado, aún se ven incapaces de esquivar con seguridad un obstáculo». Personalmente, creo que es una forma fantástica para fomentar la seguridad y precaución al volante de nuestras máquinas. Ojalá muchas de estas técnicas se enseñasen en las autoescuelas…
Rematamos con un «paseo» por la pista con los monitores, que podréis ver en plenitud en el vídeo que publicaremos pronto. Para los más ansiosos que no sabéis esperar, en fotos como esta podéis apreciar bien cómo cruzaban los Peugeot RCZ… Yo tendré que hacer unos cuántos cursos más para ponerme a su altura… Eso sí, guardaré bien el diploma que nos entregaron a todos los participantes como colofón de curso para enseñárslo a todos mis conocidos!
Fotos