El transporte de vehículos de una forma rápida y eficaz ha sido durante años una de las grandes preocupaciones de la industria de la automoción. En décadas pasadas los transportes de mercancías no se parecía en nada a lo que hoy podemos disfrutar, y las grandes firmas gastaban millones de dólares para cumplir los plazos fijados con clientes y concesionarios.
En los años 70 el gigante General Motors y la compañía ferroviaria Southern Pacific Transportation Company, después absorbida por Union Pacific Railroad, desarrollaron y fabricaron un tipo de tren llamado Vert-A-Pac, capaz de transportar en un principio 18 vehículos en tres niveles, para después aumentar la cifra hasta los 30 coches.
Su posición en vertical se debía al significativo ahorro de espacio que permitía aumentar el volumen de la carga. El coste del viaje por coche desde Lordstown (Ohio) hasta la costa oeste de Estados Unidos, se redujo a apenas 160 dólares, cuando con el sistema anterior era imposble bajar de 260 dólares.
Había un problema. Como bien es sabido, la pérdida de horizontalidad en un vehículo provoca daños irreparables debido al vertido de los líquidos alojados en su interior, así que para solventarlo Chevrolet tuvo en cuenta esta circunstancia en la fabricación de sus automóviles Vega.
El depósito de aceite, sellado en toda su estructura, impedía que el líquido espeso llegara hasta los cilindros. Las baterías estaban dotadas con tapas especiales que evitaban el reflujo de los ácidos, mientras que el depósito de agua de los limpiaparabrisas se fabricaba con una inclinación de 45 grados, por lo que el agua permanecía en el mismo lugar independientemente de la posición del vehículo.
Además, las partes sensibles del coche estaban protegidas por unos plásticos desechables que evitaban golpes y rozaduras. Una vez colocados en vertical, gracias a una pasarela apuntalada al tren, los vehículos eran colgados del chasis por cuatro ganchos desmontables, que garantizaban que no se produjera ningún tipo de daño durante el recorrido.
Este método de transporte no cuajó… porque el Chevrolet Vega no triunfó en el mercado. Sus ventas no alcanzaron los niveles esperados (a pesar de todos los esfuerzos e ingenios puestos en su envío, era un coche de muy baja calidad). De este modo, los vagones Vert-A-Pac dejaron de ser rentables y debieron ser reconvertidos a vagones convencionales.
Vía: Historias del motor