No serán pocas las personas que hayan pensado, o incluso soñado, alguna vez, con ciudades completamente desiertas de automóviles. Una realidad que se nos ha mostrado en películas de ficción que nos presentan un futuro un tanto apocalíptico. Una de ellas es «Soy Leyenda», protagonizada por Will Smith, aunque existen otras más recientes como «La Carretera», con Viggo Mortensen, o «El libro de Eli», con Denzel Washington. A veces la ficción acaba superando la realidad, ¿andará en lo cierto alguna de estas películas?
Ross Ching, un bloguero residente en Los Ángeles, Estados Unidos, ha dado su particular visión al asunto. Comenta que hace unos meses descubrió una serie de fotografías realizadas por Matt Logue y se le ocurrió la feliz idea de eliminar los coches de las mismas. Para ello se valió del tan recurrente, y la vez enormemente socorrido Adobe Photoshop. Para la edición del vídeo, del Apple Final Cut Pro. El resultado es simplemente espectacular.
El artífice de semejante experimento decía que estaba harto de los atascos en Los Ángeles, y al dar con las fotografías en cuestión, tuvo la ocurrencia de imaginarse esa misma ciudad despoblada de coches. Un día pensó, ¿qué pasaría si mañana desaparecieran todos los automóviles? Y se puso manos a la obra, empleando una técnica llamada time-lapse, cuya traducción al español viene a ser algo así como «secuencia de vídeo acelerada».
La técnica que empleó no fue nada sencilla. Como tenía varias fotos de los mismos lugares, tomadas en diferentes instantes desde un punto fijo, su objetivo fue eliminar los vehículos de las imágenes. Cargó varias de ellas simultáneamente en Photoshop y se deshizo de los elementos indeseados. La imagen bajo estas líneas es el material original del que partió. En ella los coches están presentes.
La ventaja que tenía era poseer varias instantáneas realizadas desde un punto estático, con lo que era posible borrar los vehículos. Para ello tuvo que seleccionar aquellas con menos tráfico, ya que sino la tarea hubiera sido bastante más complicada. El siguiente paso fue prescindir de los vehículos. El resultado se muestra a continuación.
La mitad del trabajo prácticamente está hecho. Ya tiene la imagen deseada libre de coches, pero aún queda ponerle la guinda al pastel. Ross Ching quería aplicarle efectos al cielo, así que creó una máscara, esto es, se deshizo de él en las fotografías. De esta forma quería crear la sensación de paso del tiempo en la imagen, una especie de sensación de movimiento.
La pieza final se muestra en el vídeo. En ella logra hacernos creer que el tiempo pasa, y que estamos contemplando un vídeo real al hacer zoom y panorámicas sobre determinadas zonas. El resultado es simplemente espectacular:
Después de ver el vídeo uno puede hacerse varias preguntas, muchas de ellas realmente inquietantes. La primera, ¿podríamos vivir sin coches? Es difícil contestarla porque en ella confluyen demasiados factores. Habrá ciudades donde hay formas de transporte alternativas, como pueden ser el metro o la bicicleta. Habrá otras ciudades donde no hay metro, o que los desniveles existentes hacen inviable el uso de la bicicleta. Llegar a un compromiso en este sentido es realmente complicado. Ahora bien, podrían eliminarse los coches, pero mantener los autobuses… Soluciones hay para todos los gustos.
Otra pregunta que podríamos hacernos es, ¿cómo cambiarían nuestras vidas? Para empezar nos libraríamos del desagradable ruido que genera el tráfico rodado. Bocinas, motores revolucionados, discusiones, música a todo volumen… Todos estos sonidos desaparecerían como por arte de magia, generando una serie de nuevas sensaciones al recorrer a pie una ciudad. Sería sorprendente caminar por Madrid o Barcelona sin automóviles en las calles. Me atrevo a afirmar que parecerían urbes diferentes. La tranquilidad y el silencio se apoderarían de ellas.»
Es obvio que el medio ambiente se vería beneficiado de la desaparición de los coches. La calidad del aire aumentaría de forma espectacular con el cese de las emisiones de dióxido de carbono y demás compuestos gaseosos que expulsan los tubos de escape de los vehículos. Disfrutaríamos de un aire más limpio en las zonas urbanas. Para respirar aire puro no haría falta irnos al campo, lo tendríamos en plena ciudad. ¿Increíble, verdad?
También es evidente que a la industria petrolífera no le haría ninguna gracia que se dejaran de emplear los automóviles. ¿Quién les iba a comprar petróleo? El sector del automóvil es uno de sus grandes mercados. Si éste dejara de demandarlo, ¿qué iban a hacer con él? Una gigantesca porción de la demanda del mismo desaparecería de buenas a primeras, y con ella ingentes beneficios para las compañías. El precio del barril de petróleo estaría por lo suelos, y a la OPEP y a los grandes magnates no les haría ninguna gracia.
La última pregunta que se lanza al aire es, ¿qué se haría con tanto asfalto desierto? Seguro que a los arquitectos se les ocurren ingeniosas ideas para aprovechar ese terreno sin uso aparente. Votaría por transformarlo en zonas verdes, parques, jardines… En fin, el perfecto binomio ciudad-campo, donde la naturaleza campa a sus anchas en el centro de las grandes urbes.
El logradísimo cortometraje de Ross Ching debería servirnos para reflexionar sobre la cultura del automóvil. Vivimos en una sociedad que abusa de este medio de transporte. Por simple cuestión de comodidad se emplea en demasiadas ocasiones, incluso cuando es totalmente innecesario. ¿Es ese vídeo una utopía? Quién sabe…
Vía | ross:ching