Es fácil olvidarse del Volkswagen Beetle cuando lo único que está en boga ahora mismo es el futuro de los coches híbridos y eléctricos, o de si conducen solos para erradicar la torpeza humana. Pero también hay que mostrar un mínimo de respeto por un automóvil que, tras tres generaciones en 82 años, ha vendido más de 25 millones de vehículos.
Volkswagen ya ha visto al último de los escarabajos actuales salir de su planta de ensamblaje en Puebla, México. Esta última iteración, presentada en 2011, parece no haber estado a la altura de las esperanzas y expectativas de Volkwagen. Reemplazó al New Beetle, un coche clave en la estrategia de la compañía para afianzarse en los Estados Unidos de América, tras casi abandonar su mercado a mediados de los 90.
Pero el legado del Beetle se remonta a la década de los años 30, cuando Ferdinand Porsche, el prolífico ingeniero detrás de la famosa marca de deportivos, recibió la orden de diseñar un “coche del pueblo” (“volks wagen” en alemán). Porsche diseñó el vehículo a instancias de Adolf Hitler, que en ese entonces se conocía como KdF-Wagen, el acrónimo de la organización sindical Kazi durch Freude (“Fuerza a través de la Alegría”).
Algunos aspectos del coche padecía ciertas similitudes con otros modelos, especialmente el Tatra T97 fabricado en Checoslovaquia en 1937, y los bocetos de la ingeniera húngara Bela Barenyi publicados en 1934. El Beetle estaba prácticamente ya preparado para salir a las calles y motorizar a las masas, pero estalló la Segunda Guerra Mundial. En 1945, las tropas aliadas tomaron el control de fábrica de Wolfsburgo y comenzó la historia del Beetle.
A finales de 1949, se habían fabricado más de 45.000 vehículos y, seis años más tarde, llegó la unidad un millón. La década de los 60 fue fructífera para el beetle, especialmente en Norteamérica donde se convirtió en un símbolo de la contracultura. En 1968 también se convertiría en estrella de Hoollywood, cuando un antropomorfo Beetle muy pintoresco llamado Herbie protagonizó The Love Bug (titulada Ahí va ese bólido en España).
También conocido como Escarabajo o Käfer, el Volkswagen Beetle sirvió como inspiración para crear el Porsche 356, predecesor del 911
La versión original del Volkswagen Beetle, un vehículo con motor trasero que los propietarios a menudo vestían con pinturas llamativas durante la era de la energía floral de los años 60 y 70, terminó la producción en México en 2003. Más de 21 millones de ejemplares se produjeron durante los 65 años de vida útil. Fue tal la huella que había dejado en el mundo, que en 1999 llegó el New Beetle y, en 2012, la tercera generación.
“Es imposible imaginar dónde estaría Volkswagen sin el Beetle”, dijo el presidente y CEO de Volkswagen América, Scott Keogh. “Desde su primera importación en 1949 hasta el diseño retro inspirado en la actualidad, ha demostrado la capacidad de nuestra compañía para colocar clavijas redondas en los agujeros cuadrados de la industria automotriz”. Las tendencias han cambiado, y coche como el Beetle no tiene sitio entre un mundo dominado por la fiebre SUV.
De acuerdo con la casa alemana, el último Beetle fabricado se exhibirá en el museo que Volkswagen tiene en Puebla. El espacio de la fábrica liberada en México se utilizará para producir un nuevo SUV compacto destinado al mercado norteamericano, dijo la compañía en un comunicado de prensa. La compañía se negó a compartir más detalles sobre el nuevo vehículo. Auf wiedersehen, genosse Käfer.