Actualmente la mayoría de las ventas se concentran en las carrocerías SUV. Lo que parecía una moda es ya una tendencia que vino para quedarse y que ha hecho que los fabricantes centren sus esfuerzos en lanzar modelos de esas características. Siempre hemos dicho que estos crossover suelen estar reñidos con las sensaciones deportivos por cuestiones meramente físicas (altura, peso, etc). Sin embargo, el Hyundai Kona N es un modelo que quiere ser la excepción que confirme la regla con un carácter muy marcado.
Lo primero que hay que decir es que los «SUV deportivos» hasta el momento habían modelos muy grandes, muy potentes y muy caros lanzados siempre por marcas premium. Ante la creciente demanda, se han ido haciendo ejemplares más compactos y lógicos, llegando incluso los fabricantes generalistas a lanzar algún vehículo. Ahí es donde Hyundai ha aprovechado su experiencia en competición para aumentar la familia N con una versión del Kona que ha sorprendido a muchos, incluyéndonos a nosotros.
Tuvimos la oportunidad de probarlo recientemente y lo cierto es que difiere enormemente del resto de versiones de la familia Kona. Lo primero es en el apartado estético, dónde tenemos un diseño muy agresivo que destaca por detalles como la parrilla en negro, las llantas de 19 pulgadas, el alerón trasero o ese marcado difusor con dos generosas salidas de escape. Lo mismo ocurre con su interior, que sobresale por los asientos deportivos o por el volante con botones específicos, un detalle que encandila.
Aunque lo cierto es que lo mejor del Hyundai Kona N no es cómo luce, sino cómo se comporta. Es de los pocos SUV capaces de ofrecer sensaciones fuertes gracias a la conjunción de motor y puesta a punto del chasis. Lleva el 2.0 T-GDI de cuatro cilindros ligado a la transmisión automática N DCT y alcanza los 280 CV y 392 Nm de par. Ofrece unas prestaciones muy interesantes, pero lo que termina de convencer es lo que transmite en cada curva.
El Kona N es configurable en prácticamente todos los aspectos, incluyendo el motor, el cambio, la suspensión, la dirección o el diferencial autoblocante e-LSD. Tiene funciones que no suelen tener este tipo de modelos como el N Grin Shift o el Launch Control. Y se muestra especialmente efectivo en curvas por su rigidez, llegando incluso a ser incómodo en la ciudad. Todo ello por 45.600 euros, un precio que es muy elevado para ser un SUV generalista, pero que no lo es tanto si lo comparamos con otros rivales directos premium que están 10.000 euros por encima.
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