Desde fuera, parece un deporte que sólo implica destreza en la conducción, pero lo cierto es que la Fórmula 1 requiere de una capacidad de análisis y asimilación asombrosa, tal y como pudimos ver en el experimento que se llevó a cabo para comprobar cómo funciona el cerebro de los pilotos de F1, y los rápidos movimientos de los globos oculares al son de las órdenes del cerebro.
En este vídeo podemos ver la extrema complejidad que implica llevar un coche de F1 a más de 200 km/h. Empezando por un volante que no parece un volante, repleto de botones que el piloto debe, por su bien, saber manejar, y cuyo funcionamiento ha estudiado previamente. Llega un momento en el que Nico Rosberg parece estar jugando una partida a la Play.
Alonso nos mostraba en 2010 el volante de su Ferrari, y reconocía que había pulsadores cuya función desconocía totalmente.
Jalopnik nos ilumina y desglosa el significado de cada uno de los botones en este artículo, específicamente el que podemos encontrar en un Mercedes. ¿Y si este sistema se aplicara a los coches convencionales? ¿De qué forma cambiaría la conducción? ¿Aprobaría alguien el teórico?
Vía: Gizmodo