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Taraschi Berardo 2021 (3)
Luis Blázquez

Taraschi Berardo, un peculiar deportivo con genes de BMW i8

Líneas fluidas y orgánicas en un perfil coupé y un rojo agresivo. Una mirada que, definitivamente, hace un guiño al pasado. Si hablamos del Taraschi Berardo, probablemente te quedes igual que antes, pero es un nombre curioso que solo unos pocos, muy pocos expertos en el mundillo de las carreras del pasado de hecho, podrán vincular. Porque no se trata de una marca creada desde cero, bueno, no al menos en lo que se refiere a sus orígenes.

Berardo Taraschi fue un piloto de carreras de coches y motos entre los años 30 y 50. Comenzó con las últimas antes de la guerra y, tras ella, se pasó al automovilismo. Corrió con coches y monoplazas de pequeña y media cilindrada, llegando incluso a aterrizar en la Fórmula 1, una categoría donde disputó varias carreras con un Ferrari privado junto a Luigi Musso, Alberto Ascari, Eugenio Castellotti y Luigi Villoresi, los mejores pilotos italianos de la posguerra. Pero Taraschi era un personaje más importante en el panorama automotriz por ser un fabricante.

Construyó los coches con los que él mismo competía: los conducía en la carrera, los llevaba a la victoria y, luego, a raíz de los éxitos, vendió una pequeña serie a otros pilotos privados. Sus máquinas se llamaron primero Urania y luego Giaur (del nombre de un famoso caballo de carreras de la época). En pleno apogeo automovilístico de posguerra, fue uno de los ejemplos más florecientes de lo que sería un constructor de coches para pilotos, tal y como harían después campeones como Bruce McLaren y Jack Brabham, aunque en un nivel productivo algo superior.

Taraschi dejó su actividad a principios de la década de los 60, dedicándose al comercio de coches de calle hasta su fallecimiento en 1997. Seis décadas más tarde, su nombre vuelve a los titulares de la mano de un deportivo híbrido, con la bendición de la familia Taraschi que concedió el uso del nombre. El Berardo es un prototipo y, con suerte, el primero de una serie de modelos de una gama. Su carrocería es de aluminio, y mide cinco metros de largo y dos de ancho. Fue construido a mano, o al menos la parte que nuestros ojos ven, pues bajo la piel se esconde un BMW i8.

El último i8 salió de la línea de producción en junio de este año, pero el híbrido enchufable de la firma bávara sigue vivo. Sin embargo, como se puede ver, la carrocería del Berardo Taraschi no se parece en nada al futurista i8. La compañía declara que sus líneas están inspiradas en el Giaur 750 Sport Champion de 1953, uno de los modelos más exitosos de Taraschi. Solo aquellos con buen ojo para los detalles notarán que el Berardo lleva el puerto de carga y las puertas de tipo “mariposa” del BMW i8, así como todas las lunas y ventanillas con la marcada curva Hofmeister.

Con 4.980 milímetros de longitud, también es 300 mm más largo que el modelo del que toma la base, gracias en gran medida al incremento del voladizo trasero. Pero es en el interior donde los genes germanos se pueden percibir con más claridad. Toando la arquitectura del i8, el habitáculo del Taraschi presenta una gran cantidad de cuero en color marrón y crema, así como molduras de madera por doquier. La consola central se parece más a un mueble clásico que a un elemento interior funcional del coche, aunque mantiene los mismos botones y selector del cambio de BMW.

En cuanto al apartado mecánico, el modelo estándar viene con 420 CV tras los asientos, una mejora destacada sobre la potencia de salida combinada del BMW i8 de 374 CV. Se dice que el Berardo hará el sprint de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos y alcanzará una velocidad máxima de 280 km/h. Sin embargo, el fabricante italiano también promete variantes de 470 y 520 CV, que deberían de aportar aún más rendimiento tanto por parte del motor eléctrico y como del de tres cilindros turboalimentado de gasolina. Adicionalmente, hay un juego de frenos carbocerámicos.

La compañía no ha mencionado la cantidad de ejemplares prevista para el Taraschi Berardo, pero sabemos que el precio de partida comenzará a partir de 750.000 euros, que es varias veces el precio de fábrica del BMW i8. La compañía dice que redirigirá parte de las ganancias a fines benéficos, aunque tampoco ha especificado más detalles. Aunque si de algo no hay duda, es de que este deportivo tendrá sus defensores y detractores, y me apuesto mi sueldo a que hay más de los segundos que de los primeros.

Fuente: Taraschi

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