El arte se puede definir como el conjunto de reglas y conocimientos necesarios para hacer bien algo o para desarrollar correctamente una actividad. Entonces, podemos decir que aparcar es un arte. Sin embargo, como una obra plasmada en un lienzo, hay quienes consiguen expresarlo mejor que otros. Para llegar al mejor nivel, por muy negado que puedas llegar a ser, hay que persistir. Porque la operación de aparcar es sencilla en realidad: te detienes en un lugar, haces un par de maniobras, sales y cierras las puertas, ¿verdad?
Si quieres ser un buen conductor, debes ser bueno aparcando. Para ello hay que tener en cuenta muchos factores, más allá de si el coche entra o no el hueco que deseas. ¿Te defiendes en los distintos tipos de plazas? ¿Conoces todas las formas de evitar arañazos y golpes innecesarios? ¿Influye la colocación según sea verano o invierno? ¿Sabías que hay algunas aplicaciones para el móvil que te pueden ayudar considerablemente? ¿Haces un correcto uso del freno de mano? Si alguna de las respuestas a estas preguntas es no, continúa leyendo.
Intenta practicar los distintos tipos de aparcamiento
Todo conductor debe saber cómo aparcar, ya sea en paralelo, en batería o en diagonal (oblicuo), y la buena noticia es que no es tan difícil como muchos piensan. El truco consiste únicamente en girar el volante en el momento adecuado, y hacer la maniobra con calma y atención. Si bien ya hemos dedicado una guía completa a las maniobras que hay que hacer en cada uno de ellos, vamos a hacer un breve resumen de las distintas formas de aparcar.
Aparcamiento en paralelo: generalmente, es el más común. Este estacionamiento requiere en verdad cierta habilidad, ya que el principio que impera es el de que el conductor aparque entre dos vehículos, uno delante y otro detrás. Para ingresar y salir del estacionamiento paralelo, hay que concentrarse en el entorno y la conducción, es decir, en el juego de pedales (si eres dueño de un coche con una caja de cambios manual), en el reflejo que ofrecen los retrovisores y en tu capacidad para medir las distancias a ojo (salvo que cuentes con sensores de aparcamiento).
Aparcamiento en batería: esta clase de estacionamiento es común en los parkings de todo el mundo, donde las personas estacionan sus coches por más tiempo. Los susodichos están en un ángulo de 90 grados, por lo que hay que asegurarse de que las ruedas apunten hacia adelante, y que el coche esté ubicado en el centro del lugar asignado, el cual está delimitado casi siempre por una pareja de líneas blancas a modo de “caja”. Es más recomendable introducir el vehículo marcha atrás que de frente, por una mera cuestión de visibilidad y trayectoria a la hora de salir.
Aparcamiento en diagonal: en este tipo de estacionamientos, los coches se aparcan en ángulo. En la mayoría de los casos, miran en una dirección, y es tan fácil como avanzar lentamente hacia nuestra plaza preseleccionada y, con una distancia de seguridad óptima con los vehículos del lado (en torno a 1,5 y 2 metros), girar el volante hacia el lado pertinente y avanzar siempre con precaución. Endereza las ruedas cuando estés paralelo a los vehículos que estén a tus lados y que ninguno de los extremos de la carrocería sobresalga de los límites delimitados.
Una pelota de tenis y un trozo de corchopán siempre son bien recibidos
Si tienes un garaje, esta solución ahora una enorme cantidad de tiempo. Aparca tu coche y luego coge una escalera y una pelota de tenis. Cuelga esta última de una cuerda en el techo de manera que apenas toque el centro del parabrisas. A partir de ahora, cada vez que vayas a meterte en el garaje, simplemente apunta hacia la pelota de tenis que cuelga. Podemos garantizar que estacionarás perfectamente y que no correrás el riesgo de tener golpes accidentales.
Y ya a que se ha mencionado, si tu plaza no es demasiado grande y está pegada a una pared, es muy posible que estés cansado de decidir ente golpear la puerta contra la pared o no salir del coche. Para evitar ese triste destino, puedes usar unos de esos fideos de poliestireno expandido que se utilizan en las piscinas, o las planchas empleadas para amortiguar objetos valiosos dentro de cajas; también conocido como corchopán. Con un trozo de este material adherido a un lado de la pared, se puede evitar una visita al taller de pintura.
Fíjate en los bordillos y demás objetos cercanos a la calzada
En cualquiera de los casos, no solo has de tener en cuenta el espacio y los demás vehículos a la hora de aparcar, también las aceras y sus correspondientes bordillos. El principal problema de hacerlo es que no tendrás espacio para mover el coche. Esto también puede provocar que la pintura se raspe o que se dañen los neumáticos si el vehículo avanza accidentalmente, incluso aunque sea una mijilla mientras arrancas el motor y haces el juego de pedales. Esto mismo se replica también para árboles y bolardos colindantes a la plaza de aparcamiento.
Resguarda el coche del frío
Si vives en una zona donde los inviernos son algo más que gélidos, sabes lo que es tener que raspar todo el hielo del parabrisas, ¿verdad? Para ayudar a prevenirlo, puedes probar a aparcar de modo que el coche mire hacia el este. Los rayos del sol deberían ayudar a calentar el hielo, por lo que habrá que raspar mucho menos. Mientras lo haces, asegúrate de tener un poco de arena para gatos para evitar el vaho que se genera al ingresar al habitáculo por la diferencia de temperatura.
Asimismo, al poner algo de basura, una bandeja de plástico o cualquier cosa que no haga patinar las ruedas alrededor de los neumáticos, se puede ganar la suficiente tracción para salir de un montículo de nieve. Otro truco igualmente interesante es con el desinfectante de manos a base de alcohol. Si la cerradura de la puerta se congela, el alcohol ayudará a romper el hielo. En los meses de verano, cambia el desinfectante por una rociador lleno de agua para enfriar algunos componentes clave para aparcar en un día caluroso, como el volante y el pomo del cambio.
Apóyate en la tecnología
Gracias a la tecnología podemos hacer infinidad de cosas con las que, hace un par de décadas, no podíamos ni soñar. Pero no solo por las ayudas electrónicas de los propios vehículos, también por los smartphones. Ya no nos perdemos (o no tanto) gracias a los navegadores, e incluso nos ayudan cuando se nos olvida dónde hemos aparcado. Otras aplicaciones te permiten buscar y reservar plazas en las grandes ciudades. Puedes asegurarte de que tu lugar sea legal, decidir el precio y simplificar su viaje. Waze, por ejemplo, incluso te ayuda a encontrar un sitio gratuito, aunque no lo puedes reservar como tal. Aquí hemos recopilado las más relevantes.
Haz tuyo el sitio que veas plausible
Aquellas personas que se pasean los aparcamientos en busca del hueco perfecto, en realidad terminan pasando mucho más tiempo que las personas que simplemente aparcan y entran. Quienes buscan activamente el “mejor” espacio, inevitablemente, necesitan más minutos. De hecho, algunos estudios defienden dos estrategias distintas: los que pasan tiempo conduciendo y buscando un lugar, pero que de media no estaban más cerca de la puerta en cuanto al tiempo o la distancia, y las que optar por elegir el espacio más cercano.
Otro estudio ha demostrado que las personas tardan más en desocupar sus plazas cuando creen que alguien está esperando que lo hagan. ¿Por qué? La teoría es que nos volvemos territoriales con respecto a sus lugares de aparcamiento incluso cuando ese comportamiento es contrario al objetivo de irse; si estás acostumbrado a buscar sitio en la calle de manera regular, sabemos que no es una noticia sorprendente. En otras palabras, si realmente estás buscando ahorrar tiempo, simplemente para y aparca. Tal vez hagas un poco más de ejercicio para llegar a tu destino, pero no te mosquearás con otros conductores y llegarás un poco antes.
No te olvides del freno de mano
Da lo mismo que conduzcas un vehículo manual o uno automático, siempre debes poner el freno de mano, aunque no estés aparcado en una pendiente. La razón se basa en que, al activarlo, se reduce el desgaste de la transmisión. En el caso de las cajas de cambio automáticas, hay un pieza llamada trinquete –permite a un engranaje girar hacia un lado, pero le impide hacerlo en sentido contrario–que evita bloque la transmisión en la posición “P”. Cuando se rompe esta pieza, suele ser un problema caro, por lo que es mejor evitar un estrés que no aporta nada.
¿Y si la plaza de aparcamiento es demasiado pequeña?
He aquí una situación. Vas a un centro comercial y aparcas el coche en un parking relativamente vacío. Cuando terminas de disfrutar de las instalaciones de ocio y restauración, vuelves al coche y descubres que el aparcamiento está lleno a rebosar. Llegas a tu vehículo y tienes la mala suerte de que está rodeado por todos lados, y no es que sean plazas demasiado grandes. Solo hay una salida, y es ser paciente y pensar con lógica. Debes mantener la calma y concentrar tu energía en encontrar la salida en lugar de en los aspectos negativos.
Fíjate bien en el entorno. Recuerda los escenarios vividos en tu cabeza y observa los diferentes ángulos que pueden funcionar. Es cuestión de práctica y de confianza. No te agobies si alguien tiene que esperar, es mejor hacerlo bien a la primera despacito que mal a la carrera. Y si tienes compañía, puedes pedirle a la otra persona que te ayude desde fuera; si estás solo, también se lo puedes pedir como favor a otro transeúnte para que te ayude con el tema de las distancias y poder aprovechar así al máximo cada centímetro de maniobra.
En cualquier caso, si no puedes salir de un estrecho hueco, no dejes que tu ego se haga con el control. Sé práctico, busca ayuda, que en muchos casos es gratis.
Fuente: Urbo