No lo dudes. Cuanto más tiempo pasen sobre la pintura de tu coche esos excrementos de pájaros, los restos de insectos, las resinas de árboles, el polvo del camino, las manchas de alquitrán, partículas de hollín, sales antihielo o cualquier otro tipo de suciedad agresiva, más efectos destructores tendrán en tu vehículo.
¿Cada cuánto lavarlo? Dependerá de cuánto uses el coche y dónde lo guardas. Habrá personas que necesiten lavarlo una vez al mes (o menos) y otras todas las semanas. Por regla general necesitarás esto:
- Champú: Para limpiar de forma efectiva y dejar un buen acabado. Evita detergentes y limpiadores no especificos para automoviles y comprueba sus características: poder de limpieza, capacidad para evacuar el agua, polímeros que realzan el brillo…
- Esponja: Se aconsejan paños de lana de cordero natural (recogen más agua y son más suave) o guantes de microfibra (mucha durabilidad). Así evitas hacer micro-arañazos en la pintura, ya que muchas esponjas arrastran suciedad.
- Secado: Usa toallas de microfibras. Es un material muy absorvente y evitas desperfectos pues están diseñados para no rayar. Olvida las bayetas y trapos de cocina.
- Dos cubos de agua: Uno para el champu y otro para aclarar (también puedes cambiar el agua y usar solo uno, claro).
Hay que tener algunos cuidados en función del método que uses para lavarlo:
Túnel de lavado
Antes de entrar al lavado automático toma las precauciones normales: cerrar las ventanillas y techo corredizo si tienes. Tranquilo, no necesitas quitar la antena de techo original. Lo que sí debes retirar son añadidos especiales del vehículo: portaequipajes de techo, una antena suplementaria… Si tienes alguna duda, pregunta antes al encargado del túnel de lavado.
Lavado a presión
Lee ante las instrucciones de uso del aparato de limpieza de alta presión, sobre todo la distancia a la que debes proyectar el agua sobre tu coche.
La temperatura del agua no debe superar los 60°C y procura mantener una distancia relativamente grande respecto a las partes más blandas del coche, como tubos flexibles de goma, accesorios plásticos o de acrílico y los neumáticos, para no dañarlos.
Lavado a mano
Antes de nada, usa abundante agua para reblandecer la suciedad. Así luego tendrás que frotar mucho menos. Hay quien aconsejan empezar a limpìar por el techo. Pero también quienes aconsejan antes de nada limpiar las llantas para no salpicar luego zonas limpias.
Estamos de acuerdo con esta segunda opinión: son el elemento que necesita de las técnicas y productos de limpieza más agresivos, y no conviene que llegue a la carrocería. Dale duro a esa suciedad con un cepillo y luego tira ese agua. Sería como si te lavases el pelo con el agua que has usado para lavarte los pies.
A partir de ahí, limpia el coche de arriba a abajo. El agua del irá cayendo hacia abajo y la suciedad de las partes inferiores será más fácil de limpiar y de manera menos agresiva.
Si lavas el vehículo con una manguera, no dirijas el chorro de agua directamente a las cerraduras y las juntas de puertas y el portón. Aunque creas que así se seca antes, procura no lavar el coche a pleno sol. Debes secarlo con un paño suave al tacto. Para los cristales, un viejo y eficaz truco: papel de periódico, más efectivos y baratos que los limpiadores específicos.
[NOTA: Artículo pubicado originalmente el 9/9/2011, actualizado con imágenes y más información]