No cabe duda que la colisión fortuita con una vaca, un jabalí, un perro o una lechuza puede tener graves consecuencias, tanto para el vehículo como para sus ocupantes, y no solamente por la violencia del choque, sino también por el riesgo añadido de perder el control del automóvil y salirse de la calzada o chocar con otros vehículos próximos. Y este último supuesto también es cierto en el caso de pequeños animales, tales como gatos, culebras o pájaros que, al irrumpir inesperadamente, pueden asustar al conductor y provocar bruscas y descontroladas maniobras.
En el siguiente vídeo realizado por el ADAC (club automovilista alemán) se lleva a cabo un crash-test controlado para observar las posibles reacciones de un conductor ante la presencia inesperada de animales en la calzada (en esta ocasión una familia de “inocentes” jabalíes). Las imágenes son impactantes y muy reveladoras.
Muchos atropellos son prácticamente inevitables, pero un buen número de situaciones de peligro se pueden resolver favorablemente siguiendo unas reglas básicas de comportamiento y adoptando unas mínimas precauciones. Una conducción atenta y responsable y respetando la naturaleza que nos rodea serán suficientes, en la mayoría de los casos, para evitar el impacto.
Se debe extremar la prudencia al circular por algunos tramos en los que el encuentro con animales domésticos o silvestres resulta “a priori” más probable: en las travesías y en las proximidades de pueblos o aldeas, en las zonas donde encontremos señales de tráfico que indiquen la existencia de “cañadas” o de “animales sueltos”, en las carreteras de montaña y en las que discurran cerca de marismas, lagunas y humedales en general, y, de forma especial, deberemos reducir nuestra velocidad y mantenernos alerta al circular por parques nacionales o naturales, fincas cinegéticas, reservas biológicas y demás áreas protegidas, donde la fauna suele ser más abundante y confiada y puede aparecer en cualquier instante.
La gran mayoría de los atropellos se producen durante la noche, al quedar deslumbrados los animales por los faros de nuestros vehículos (zorros, tejones, erizos, rapaces nocturnas…). También solemos encontrar cerca de las carreteras animales domésticos, como vacas, caballos, ovejas y cabras, aunque estos últimos suelen ir acompañados por un pastor.
Si nos encontramos con los animales de mayor porte (ganado vacuno y caballar) y, por tanto, más peligrosos potencialmente en caso de colisión, conviene prestarles máxima atención, ya que suelen deambular libremente por las regiones montañosas (especialmente del norte peninsular) y con frecuencia, se atraviesan o tumban en medio de la carretera e, incluso, llegan a meterse en el interior de los túneles para protegerse de la lluvia, del frio o de la nieve. Si, además, circulamos de noche, se debe extremar la prudencia pues la coloración que presentan estos animales es parda o negruzca, con la consiguiente disminución de visibilidad.
En este otro video, también del ADAC, vemos las consecuencias del accidente cuando el choque se produce contra un animal de mayores dimensiones, como puede ser el caso de un ciervo…
Las cifras hablan por sí solas y, según el Anuario estadístico de la D.G.T., durante al pasado año 2009 (último con datos oficiales), se produjeron un total de 405 accidentes provocados por animales sueltos, con 9 víctimas mortales, 68 heridos graves y 443 heridos leves.
• En el 70% de estos accidentes estuvo presente un animal doméstico.
• Los animales más peligrosos son los perros (causan el 40% de las víctimas mortales), jabalíes (30%) y caballos (más del 20%).
• Durante la noche (entre las 20 y las 07 horas) se producen casi el 75% de los accidentes.
• Castilla y León, Galicia y Aragón son las comunidades autónomas con mayor accidentalidad de este tipo.
• Las vías convencionales son las que registran más accidentes, seguidas por las autovías.
¿Cómo debemos reaccionar si nos encontramos en esta situación?
Pues fundamentalmente deberemos tener en cuenta que ante la presencia imprevista de un animal, desviarse o frenar bruscamente puede ser muy peligroso. Pero siempre deberemos reaccionar con la máxima de tratar de ¡EVITAR UN ACCIDENTE PEOR!
Los animales no conocen las normas de tráfico, por lo que la educación de los usuarios de la carretera es más importante que nunca, por razones de protección de las diferentes especies pero, sobre todo por nuestra seguridad.
En los gráficos adjuntos podemos observar cuáles son las distancias de frenado necesarias para detener el vehículo, ante una eventualidad de este tipo, y cuál sería la velocidad final de impacto, en caso de producirse. También podemos observar las equivalencias de masa a las que nos enfrentamos en estas situaciones, y algunos ejemplos gráficos de ello, si el choque se produce a unos 80 km/h.
Ante la proximidad de animales o señales de su presencia, hay que incrementar la atención a lo lejos y en los márgenes de la carretera y, sobre todo, disminuir la velocidad. Así, no sucederá un caso imprevisto o, si sobreviene, estaremos en mejores condiciones de frenar. Además, ante cualquier animal hay que tener en cuenta dos cuestiones: una, aumentar el margen lateral respecto a ellos, y dos, no hacer más ruido del normal (por ejemplo, tocando el claxon). Por cualquiera de estas dos causas, un animal se puede asustar y reaccionar de forma inesperada.
Estos consejos son especialmente recomendables cuando se va a pasar cerca de una manada. Haga caso de las indicaciones del pastor, y recuerde que siempre hay algún animal más asustadizo que los demás. Si asustamos a uno, la manada entera puede reaccionar inesperadamente.
Cuando el animal aparezca en la vía de forma imprevista, sujete fuertemente el volante, no se desvíe del carril y, antes de frenar, compruebe si va a resultar alcanzado por alguien que circule detrás de usted. Tenga en cuenta que cualquiera de estas reacciones normales de frenar o esquivar pueden provocar un accidente más grave que el siempre lastimoso atropello (un choque frontal con otro vehículo o un alcance en cadena, por ejemplo).
Naturalmente cada situación es diferente, y ante animales de gran tamaño (vacas o caballos) procure evitar el choque, ya que puede resultar mortal.
Si circula de noche, además de adecuar la velocidad a las condiciones de visión, un indicativo pueden ser los ojos de los animales, que al ser iluminados por los faros, brillan. Si detecta cualquier brillo anormal en la calzada, aminore la marcha: puede haber algún animal.
La solución no es fácil. Debe cumplir una doble finalidad: por un lado proteger a los usuarios de la vía evitando accidentes y, por supuesto, prevenir los atropellos de los animales. Pero la efectividad de las medidas necesarias es muy baja y el coste necesario para llevarlas a cabo muy alto. Baste decir que un paso superior cuesta más de 3 millones de euros, uno inferior aproximadamente la mitad y cada kilómetro de vallado puede suponer unos 70.000 €, aproximadamente.
La principal medida, y la más generalizada, es el vallado de las vías. El 100% de las autopistas y el 95% de las autovías españolas están valladas. Pero no se pueden cerrar todas las carreteras ya que, por ejemplo, en las carreteras convencionales hay que contar con las entradas a fincas particulares, incorporaciones, etc. Además, en la mayoría de los casos lo único que se consigue es trasladar el lugar del accidente, ya que los animales se desplazan hasta que termina el vallado o intentan atravesar por las brechas realizadas por otros animales.
Vía | ADAC – DGT
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