La tecnología avanza en todos los ámbitos. Ya sea desde el ámbito de la informática hasta en la gestación de nuevos materiales, el mundo del motor siempre está en continuo desarrollo. Uno de los componentes claves en el ámbito dinámico de cualquier vehículo es su suspensión, que ha pasado de simples elementos elásticos e hidráulicos a sistemas realmente complejos, como la conocida suspensión adaptativa.
El diseño de una suspensión tiene que ver con el compromiso. Para lograr un manejo óptimo, lo ideal es que un vehículo sea bastante firme, evite el balanceo y el cabeceo de la carrocería y que sus neumáticos mantengan una gran superficie de contacto de con la carretera. Pero una configuración así también hace que el coche se desplace bruscamente. Y si suavizas demasiado la amortiguación, tendrás una conducción cómoda, pero también un vaivén bastante alarmante cuando llegues a la primera curva o tengas que “clavar” los frenos.
Los fabricantes necesitan ajustar con precisión los muelles, los amortiguadores y las barras de torsión de sus modelos para optar por el mejor compromiso posible, pero también existe una opción de tener el pastel y comérselo: la suspensión adaptativa. Estos sistemas permiten a los usuarios decidir qué tan firme o suave es el rodaje a bordo gracias a los complejos sistemas de software que monitorean constantemente las condiciones de la carretera y realizan pequeños cambios en el comportamiento de la suspensión según sea necesario.
Este tipo de suspensión es cada vez más común, y no solo en los vehículos de alto rendimiento, sino también en los más modernos “coches del pueblo”. Sin embargo, ¿cómo funciona? ¿Qué tipos de suspensión adaptativa existen? Acompáñanos para descubrirlo. Porque la suspensión adaptativa permite al conductor, con solo pulsar un interruptor, elegir entre una marcha firme ajustada para el manejo o una más suave adecuada para la conducción diaria sobre carreteras llenas de baches y baches. Es, literalmente, la opción a poder tener todo en uno.
Suspensión magnetorreológica
Amada por las grandes entidades como General Motors y el Grupo Volkswagen, la suspensión magnetorreológica o “MagneRide”, generalmente, usa un diseño de monotubo lleno de fluido magnetorreológico. Este líquido es en esencia un aceite sintético que contiene partículas de hierro de unos pocos micrómetros (milésimas de milímetro) de espesor. Cuando se somete a un campo magnético de una o más bobinas en el amortiguador, las partículas se alinean.
Aunque esto no cambia, como algunos informan, la viscosidad del fluido y la realineación de las partículas es capaz de darle un estado casi sólido, lo que dificulta el movimiento del pistón del amortiguador. La fuerza del campo determina qué tan “sólido” es el fluido, lo que permite que el software del vehículo controle qué tan firme o suave es el amortiguador. La mayoría de los coches con esta suspensión tienen ajustes preestablecidos para elegir que varían en su rigidez, pero también monitoreará constantemente la superficie y cómo se conduce el coche.
Suspensión adaptativa accionada por válvula
Sin embargo, es posible jugar con la firmeza de un amortiguador sobre la marcha sin un fluido magnético sofisticado. Muchos sistemas hacen uso de una válvula que controla la tasa de flujo a través del fluido que circula por el pistón del amortiguador en vez de alterar las propiedades del líquido mismo. Cuanto más restringido sea el flujo, más firme será la carrera del pistón del amortiguador y, por tanto, más rígida la conducción.
Estos sistemas suelen tener configuraciones que dictan el comportamiento en general, pero, al igual que los amortiguadores magnetorreológicos, la operación puede variar constantemente. El control del amortiguador tiene en cuenta las lecturas de varios acelerómetros y sensores de altura de conducción. En algunas aplicaciones, incluso variará la rigidez de los amortiguadores según el ángulo de dirección, preparándolo para un giro más nítido.
Suspensión neumática adaptativa
Los sistemas de suspensión neumática sustituyen los muelles de la configuración convencional con cámaras de goma inflables que contienen aire presurizado. A medida que la membrana de caucho se infla o desinfla, se puede cambiar la altura de conducción del vehículo.
Hay varios componentes clave para cualquier sistema de suspensión neumática. Estos son: un compresor de aire que suministra aire a un depósito; las “fundas” de goma que usan este aire; y una serie de sensores para determinar la altura de manejo del vehículo en cada esquina. Los sistemas de suspensión neumática suelen conservar los amortiguadores que se encuentran en los sistemas de suspensión típicos. Este tipo de configuraciones, asimismo, tienen la capacidad de variar la dureza del conjunto para ofrecer una conducción más dinámica.
Estos sistemas, además, pueden venir en variedades cerradas y abiertas. ¿Te has fijado alguna vez en el silbido de un autobús cuando baja su altura para facilitar el acceso a la gente? Eso es característico de una suspensión neumática abierta, en el que el fuelle de goma, simplemente, deja pasar el exceso de aire a la atmósfera cuando se despresuriza. Por el contrario, un sistema cerrado es una alternativa más moderna en la que el aire puede regresar al depósito cuando el depósito de goma se desinfla, siendo más silenciosos, eficientes y rápidos.
La capacidad de los sistemas de suspensión neumática para cambiar la altura de conducción del vehículo también brinda otros beneficios con respecto a la aerodinámica, el manejo de carga y hasta en las capacidades todoterreno mejoradas para modelos con tracción integral. Un sistema de suspensión neumática puede compensar también cualquier carga pesada montada en el vehículo, ajustando la altura para garantizar la máxima estabilidad. Los más modernos, incluso pueden reducir automáticamente su altura para mejorar la eficiencia.