El Sistema de Monitorización de Presión de Neumáticos (TPMS, en sus siglas en inglés –Tyre Pressure Monitoring System–) es una tecnología que supervisa de forma continua la presión de inflado de los neumáticos de las ruedas. Si está por debajo de un determinado umbral de seguridad, avisa al conductor.
Se trata de un dispositivo que es obligatorio en los coches nuevos vendidos en el mercado europeo desde el 1 de noviembre de 2014 y que se engloba junto a otros sistemas de seguridad básicos, como el control de estabilidad (ESP), el ABS, los airbags, cinturones de seguridad…
Conocer la presión del neumático es vital para evitar accidentes. Se calcula que un 40 % de los siniestros relacionados con un fallo de los neumáticos llegó por circular con neumáticos con poco aire. Además, tiene otras ventajas para el conductor ya que llevar los neumáticos con la presión correcta ayuda a bajar el consumo de combustible y las emisiones de CO2 del automóvil: con un 0,3 bar menos de presión el gasto aumenta un 1,5 %.
Cómo funciona el TPMS
Cuando el sistema detecta que alguna rueda no tiene la presión adecuada se enciende un testigo en el cuadro de instrumentos, que suele ser de color amarillo con la imagen de un neumático y una señal de exclamación o simplemente con las letras TMPS en naranja.
Estos son los sistemas más sencillos. En los más avanzados se ofrecen datos en el ordenador de a bordo de cuáles son las presiones exactas y temperatura de cada rueda, avisando también si alguna de ellas no tiene la presión adecuada.
¿Cómo se conoce la presión? Depende del tipo de medidor con el que cuenta el neumático:
- TPMS directo: Recopila datos de presión directamente desde la válvula del neumático a través de sensores dedicados. Esa información se codifica y transmite… procesándose después para mostrarse en el salpicadero casi en tiempo real.
- TPMS indirecto: Utiliza el sistema ABS para aproximar la presión de los neumáticos. Hay que conducir una distancia sustancial antes de que se genere la alerta para que los sensores del ABS detecten qué rueda da más vueltas que el resto (presuponiendo en ella la pérdida de presión). También requiere que el conductor recalibre el dispositivo tras modificar la presión de los neumáticos o cambiar una rueda. Esto significa que el conductor tiene en sus manos control sobre una función de seguridad vital de su vehículo, algo que no ocurre con otras como los airbag o el ABS. Para funcionar eficazmente, los cuatro neumáticos deben estar inflados a la presión recomendada correcta y estar en condiciones óptimas.
Obviamente, el sistema TPMS directo es preferible y así lo indican distintas encuestas a conductores en todo el mundo, ya que el principal valor de la tecnología es advertir de un descuido en la presión… y si se produce en las cuatro ruedas al mismo tiempo –que puede ocurrir– un sistema indirecto no avisará de ello.
Cuando el vehículo está en movimiento, la presión y la temperatura de los neumáticos se monitoriza cada pocos segundos. El TPMS envía las lecturas continuamente al ordenador de a bordo. Si el coche está parado las mediciones se realizan a intervalos más largos y solamente se transmiten las lecturas cuando se produce algún cambio de presión.
Problemas del TPMS
Antes de nada, recordar que esta tecnología no evita comprobar con regularidad la presión de los neumáticos. Es una operación rutinaria, sencilla y que incluso los fabricantes de sistemas TPMS recomiendan, ya que no hay sistema infalible. Has de tener en cuenta que en las llantas van montados sensores con baterías, integradas en la válvula (o incluso en el interior de la banda de rodadura). Y eso es delicado:
- Golpes: los toques con las llantas pueden llegar a estropear los sensores, hay que evitar los toques bruscos contra bordillos o aquellos que puedan producirse al desmontar el neumático cuando llega la hora de cambiarlo.
- Tapones de las válvulas: Evitan que entre suciedad o humedad en la válvula del neumático… vital en estos casos ya que además integran los sensores electrónicos. Comprueba cada cierto tiempo que están en buen estado… o no te los hayan robado. Las válvulas con sensor integrado tienen cuello metálico para evitar vibraciones de la válvula a alta velocidad, por lo que necesitan una junta de goma que realice el sellado, con un par de apriete determinado que hay que revisar de vez en cuando (así como la junta).
Incluso si no se estropean, tienen una vida útil y pueden dar lugar a algunos problemas añadidos:
- Batería del sensor: concentran la gran parte de los problemas con el TPMS, ya que como todas las pilas, acaban por agotarse. Su vida útil es de unos cinco años y obliga a cambiar el sensor entero.
- Desprogramación: Si el coche se queda sin batería o se arranca con pinzas es posible que la unidad de control pierda la codificación de los sensores, que se comunican por radio con ella. En este caso en el taller han de codificarlos de nuevo con una unidad de diagnosis. En algunos casos pueden darse errores si el coche pasa por una zona con inhibidores de frecuencia o con un fuerte campo magnético –como una torre de alta tensión–.
- Alarmas falsas: Nos ha ocurrido en alguna ocasión tener una falsa alarma después de dejar el coche parado, ya que puede ser que alguna rueda haya quedado expuesta al sol. Normalmente al circulas un tiempo y, en cuanto las temperaturas se igualan, el aviso desaparece.