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Gonzalo Yllera

La historia de Rolls-Royce: los orígenes

Hace nada menos que 110 años que apareció el primer vehículo que lucía la “doble R” en su frontal. Era el pistolezazo de salida a una de las más ilustres y reconocidas marcas de automóviles de lujo de todo el mundo. Así empezó la interesante historia de Rolls-Royce, una marca que conoceremos a fondo con una serie de artículos y que culminaremos con una sorpresa final muy especial, que espero os guste tanto como a nosotros.

El origen de Rolls-Royce

En los primeros años del siglo XX el automóvil era un bien muy escaso y su utilización estaba reservada a las clases más pudientes de la sociedad de la época. Entre ellos se encontraba Charles Stewart Rolls, un joven aristócrata que había nacido en Londres, en 1877, en el seno de una familia noble (siendo el más pequeño de los tres hijos del primer Baron de Llangattock y Lady Llangattock). Estudió en el conocido Eton College, donde ya comenzó a mostrar un gran interés por los motores, para continuar su formación, años después, en el Trinity College de Cambridge, estudiando mecánica y ciencias aplicadas.

En 1896, con tan sólo 18 años, viajó hasta París para adquirir su primer coche, un Peugeot Phaeton. Se cree que este modelo fue el primer coche existente en Cambridge y uno de los tres primeros en todo Gales. Tal era su entusiasmo por el mundo del motor que ingresó en varias asociaciones y clubs, como la Self-Propelled Traffic Association, que hacía campaña en contra de las restricciones impuestas a la circulación de vehículos a motor por la conocida Locomotive Act, y también se convirtió en miembro fundador del Royal Automobile Club de Gran Bretaña.

En 1898, finalmente, se graduó en la Universidad de Cambridge y comenzó a trabajar en diversas empresas como ingeniero. Pero sus dotes iban más encaminadas al aspecto comercial que a la ingeniería propiamente dicha, así que en enero de 1903, con 6.600 libras esterlinas que le prestó su padre, y con la ayuda de su amigo Claude Johnson (secretario del Automobile Club de Gran Bretaña), constituyó uno de los primeros concesionarios de automóviles de Gran Bretaña, bajo el nombre de C.S.Rolls & Co., con sede en Fulham, dedicándose a importar y vender modelos franceses de Peugeot y belgas de la firma Minerva.

Rolls era también un apasionado de la velocidad que participaba en todo tipo de competiciones, ya fueran éstas de bicicletas, motos y automóviles. Hasta tal punto que en 1903 batió, en Dublín, el récord mundial de velocidad sobre tierra a los mandos de un Mors 30 hp, alcanzando las 83 mph (unos 133,6 km/h). Pero, debido a la utilización de un sistema de cronometraje no homologado, el organismo encargado de certificar la marca se negó a reconocer su record.

Por su parte Frederick Henry Royce, nació en 1863 en Alwalton, cerca de Peterborough (a unos 118 kilómetros al norte de Londres) en el seno de una familia modesta, siendo el más joven de los cinco hijos del matrimonio formado por James y Mary Royce. Su familia regentaba un molino de harina pero el negoció fracasó y se vieron obligados a trasladarse a Londres. Con apenas 9 años tuvo que superar la muerte de su padre y ayudar a la economía familiar vendiendo periódicos y entregando telegramas, por lo que apenas pudo completar la educación más elemental.

Poco tiempo después (con 15 años) entró como aprendiz en la compañía de ferrocarriles Great Northern Railway, en Peterborough, donde permanecería tres años, después regresó a Londres e ingresó en la Electric Light and Power Company, que le trasladó a su sede de Liverpool en 1882, donde trabajó en la iluminación de calles y edificios.

Poco a poco, y de forma autodidacta, fue adquiriendo los conocimientos necesarios para, en 1884, jugarse sus pocos ahorros constituyendo una sociedad con su buen amigo y compañero, Ernest Claremont, iniciando un negocio de fabricación de accesorios eléctricos domésticos (lámparas, timbres, etc.) en un taller en Manchester, bajo el nombre F.H. Royce & Company, para posteriormente evolucionar hacia la fabricación de generadores, motores y grúas eléctricas, ya como Royce Ltd., con fábrica en Trafford Park, Manchester. Sus productos se caracterizaban por su excelente calidad de realización y su notable fiabilidad, que le granjearon una notable reputación.

A raíz de la cada vez más numerosa competencia, proveniente de industrias como la alemana o estadounidense, Royce decidió que la empresa debía evolucionar hacia el nuevo y pujante mercado del automóvil. Mientras seguía con su actividad adquirió en 1901 un pequeño cuadriciclo De Dion y más adelante un Decauville de 2 cilindros, para familiarizarse con la tecnología de este nuevo medio de locomoción.

Lamentablemente la calidad de estos productos dejaba mucho que desear, por lo que desmontó los vehículos completamente y los rehízo de nuevo tras un largo proceso, reconstruyendo y mejorando cada una de las piezas según los exigentes estándares con los que estaban habituados a trabajar en su fábrica de productos eléctricos. Lo cual le llevó, a finales de 1903, a diseñar y fabricar su propio motor de gasolina. El siguiente paso estaba cantado: construir un automóvil. De forma que, tras no pocas vicisitudes, el 1 de abril de 1904, salía por la puerta de la fábrica, situada en la esquina de Cooke Street en Manchester, el primero de los tres prototipos que realizó, bajo la denominación Royce 10 hp.

En esos momentos entró en liza un personaje llamado Henry Edmunds, que había comprado su primer automóvil en 1898 y que, tan sólo un año después, ya formaba parte de la dirección del Automobile Club de Gran Bretaña, desde donde se dedicaba a organizar exhibiciones y diferentes pruebas para promocionar el pujante mercado del automóvil. Además Edmunds había adquirido parte de las acciones de F.H. Royce & Company, por los que se encontraba en la posición ideal para ayudar a promover el producto más destacado de la empresa: el Royce 10 hp.

Uno de los primeros prototipos se entregó a Ernest Claremont para que lo probara, detectara posibles fallos y así fueran prontamente corregidos. Fue entonces cuando Edmunds mencionó a Claremont que el Automobile Club iba a realizar en Londres (en abril o mayo de 1904) una serie de ensayos con diversos automóviles para comprobar su fiabilidad. Royce y Claremont estuvieron de acuerdo en que ésta sería una excelente oportunidad para promocionar el nuevo coche, y decidieron prestarle uno de los prototipos para participar en dichas pruebas.

Cuando Rolls se encontró con Royce…

Durante los test Edmunds quedó tan maravillado de las virtudes del coche que se lo mostró e invitó a probarlo a algunos de sus mejores amigos: Claude Johnson y un tal Charles Rolls

A este último le gustó tanto el vehículo que le insistió a Edmunds para que le presentara al hombre que lo había diseñado. Pero Royce respondió que estaba demasiado ocupado para acudir a Londres y por ello se organizó una reunión en el Hotel Midland de Manchester, el 4 de mayo de 1904. Durante la comida y la posterior prueba hubo buena química entre ellos y enseguida se convencieron de los beneficios de un acuerdo mutuo.

Rolls estaba frustrado porque en su concesionario de Fulham no podía vender modelos nacionales con una calidad aceptable y por tanto se resignaba a importar vehículos de la Europa continental. Pero enseguida se dio cuenta que aquel pequeño coche, a pesar de contar con un motor de tan sólo 2 cilindros, era con diferencia, el mejor vehículo construido en Inglaterra. Así que firmó un contrato de exclusividad con Henry Royce por el que su empresa, C.S.Rolls & Co., comercializaría todos los vehículos que fabricase Royce Ltd., y ésta produciría tantos modelos como aquella pudiera vender. Dichos automóviles llevarían, a partir de ese momento, el nombre de Rolls-Royce y daría comienzo una de las más importantes leyendas del mundo del motor…

Los primeros Rolls-Royce

Rolls y Royce llegaron al acuerdo de producir una amplia gama de vehículos, con motores de 2, 3, 4 y 6 cilindros, basados en los prototipos iniciales del ingeniero británico. Pero el primer modelo en lucir los dos míticos apellidos fue el Rolls-Royce 10 hp del que, en un primer momento, se planearon fabricar 19 unidades, aunque finalmente sólo fueron 17 los ejemplares construidos.

Estos modelos, denominados Tipo A, empleaban un propulsor de 2 cilindros, con cigüeñal de 3 apoyos y 2 árboles de levas, uno en la parte superior que accionaba las válvulas de admisión y otro que hacía lo propio sobre las válvulas de escape, laterales. El motor cubicaba 1,8 litros de cilindrada y producía una potencia en torno a los 10 hp (de ahí su denominación), que pasaba a través de un embrague a la caja de cambios de 3 relaciones que, a su vez, la hacía llegar al eje trasero mediante una transmisión por cardán. Era capaz de alcanzar una velocidad máxima de 39 mph (unos 63 km/h).

El primero de estos ejemplares, que lucía el número de chasis 20151, cuyo motor pasó sus últimos test el 21 de agosto de 1904, fue adquirido por el magnate de las máquinas de coser Paris E. Singer, amigo personal de Charles Rolls.

El siguiente modelo en producirse fue el 20152, que salió de fábrica el 27 de septiembre de 1904, y se caracterizaba por ser el primero en lucir en su frontal la forma clásica de la parrilla del radiador que posteriormente hizo tan reconocible al modelo británico. Esta unidad, carrozada por Barker, fue vendida a Joseph Blamires de Huddersfield.

El tercer ejemplar, con número de chasis 20153, recibió el visto bueno definitivo el 10 de octubre de 1904, con una carrocería realizada por el especialista Cann de Camden, siendo entregado al teniente coronel Moffatt Tidworth, de Wiltshire.

Desafortunadamente estos tres primeros ejemplares han desaparecido y es, precisamente, la unidad con número de chasis 20154 la más antigua superviviente que todavía se conserva de entre los Rolls-Royce primigenios. Abandonó la fábrica de Cooke Street en noviembre de 1904 y fue el tercer ejemplar en lucir el típico radiador Rolls-Royce, así como el cuarto coche en llevar tan mítico nombre.

Con una carrocería encargada también a Barker, fue concebido desde sus inicios como un modelo de exhibición, destinado a su exposición en el stand de la firma en el Salón del Automóvil de París que se celebró entre los días 9 y 25 de diciembre de 1904. Sorprendentemente esta unidad fue conducida por C Vivian Moore desde Londres al puerto de Southampton y luego, una vez cruzado el canal, desde Le Havre a París para la exposición, donde se mostraría junto a los modelos 15 hp y 20 hp (aún inacabados) y un motor de 6 cilindros del 30 hp.

A su regreso de París, fue exhibido en el Salón del Automóvil Olympia de Londres, en febrero de 1905, en el stand de Rolls-Royce, en esta ocasión junto a un 15 hp y a un 30 hp aunque, al igual que ocurrió en el salón parisino, los modelos más grandes estaban todavía incompletos.

Charles Rolls quería dar a conocer el modelo 10 hp como el vehículo más adecuado para los reputados médicos británicos, por su fiabilidad y por ser capaz de llegar a su destino bajo todo tipo de circunstancias climatológicas. Esta unidad en concreto (el chasis 20154) pasó durante los siguientes años por las manos de varios representantes de la profesión médica, como vehículo de demostración, además de por los garajes de otros adinerados profesionales, hasta que en 1930 se le pierde la pista…

Afortunadamente, unos años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1950, es encontrado por Oliver Langton en una granja en Seacroft, cerca de Leeds, donde junto a otros muchos vehículos había sido estacionado en un prado, para impedir el aterrizaje de los aviones alemanes durante el intento de invasión de Inglaterra por las fuerzas del Tercer Reich.

Su estado, pese a las inclemencias meteorológicas y al abandono, era bastante bueno. Pese a lo cual fue necesario un periodo de restauración de cerca de 4 años, hasta poder participar, en 1954, en la mítica competición “London to Brighton Veteran Car Run”. Estuvo en manos de Oliver Langton hasta el año 1978, cuando lo adquirió el coleccionista Tom Love, que lo mantuvo en perfecto estado de revista, llevando a cabo las labores precisas de mantenimiento para su óptimo funcionamiento.

Las últimas noticias referidas a este icónico modelo indican que fue subastado en Londres por la casa Bonhams, el 3 de diciembre de 2007, alcanzando la nada despreciable cifra de 3.521.500 libras esterlinas (o lo que es lo mismo 4.257.132 €).

De las 17 unidades construidas, los otros 3 únicos modelos de Rolls-Royce 10 hp que han logrado sobrevivir hasta nuestros días son los chasis:

  • 20159, del año 1905, que se encuentra en manos de un coleccionista privado.
  • 20162, del año 1905, que se exhibe en el Museo de la Ciencia de Londres.
  • 20165, del año 1907, perteneciente a la Heritage Collection de Bentley Motors.

En unos días continuaremos con la segunda entrega de esta interesante historia.


Fuentes: Rolls-Royce MotorcarsBonhams – RM Auctions – Rolls-Royce Enthusiasts’ Club

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