El carbono, aparte de ser uno de los elementos más importantes que conforman la vida en la Tierra, es también responsable de los materiales más resistentes que se conocen, muchos de los cuales son utilizados en la fabricación de los automóviles, como por ejemplo el grafeno (material resistente que usa para las baterías), los nanotubos y el futboleno. Pero lo que no sabíamos es que existe otro material derivado del carbono mucho más fuerte y rígido que ningún químico haya experimentado jamás.
Se trata del carbino. ¿Y qué es exactamente? Se trata de una cadena de átomos de carbono enlazados bien por enlaces triples y únicos alternos, o por enlaces dobles consecutivos. Este material ha sido desarrollado por los químicos de la Universidad de Rice, (Houston, Texas), liderados por el investigador Mingjie Liu. Aseguran que el carbino tiene unas propiedades increíbles, ya que es el doble de resistente que los nanotubos de carbono, el diamante o el grafeno (material que se suponía que era el más duro del mundo).
El origen del carbino es un misterio, ya que, por un lado, los astrónomos creen haber detectado su firma en el espacio interestelar. Por otro lado, los químicos llevan décadas discutiendo si habían llegado a crear este material en la Tierra. Sin embargo, hace un par de años, sintetizaron cadenas de carbino de hasta cuatro átomos de largo en una solución.
Este descubrimiento podría suponer el primer paso hacia la producción de grandes cantidades de este supermaterial, que ha atraído el interés del sector nanotecnológico. Para los investigadores, «la inusual combinación de propiedades mecánicas y electrónicas del carbino es de gran importancia para su aplicación en sistema nanomecánicos o dispositivos opto-electromecánicos».
Pero parece que no es todo del color de rosa, ya que existe un pequeño problema. Parte de la comunidad científica sostiene que el contacto de dos cadenas de carbino puede reaccionar explosivamente al tratarse de un material «extremadamente inestable». Por lo que ahora les toca a los científicos fabricarlo de forma estable.
Fuente: MIT Technology Review