Mucho se hablado de lo supuestamente malo que es el diésel como combustible y de las emisiones dañinas de sus coches. Eso ha llevado a que los fabricantes hayan dejado de apostar por él y que, en su lugar, la electrificación sea la tecnología que se postura para el futuro. Sin embargo, hay otras cuestiones que empiezan a preocupar y no se salvan de ellas ni los vehículos enchufables. Hay un estudio que habla de que las emisiones de los frenos podrían ser más perjudiciales que las del diésel y, sin duda, son un elemento común para todos los coches.
En la Universidad de Southampton (Reino Unido) han llevado a cabo una investigación sobre el efecto de las partículas emitidas por distintos tipos de pastillas de freno y las conclusiones son preocupantes. De hecho, aquellas que tienen una composición orgánica sin amianto son las que más partículas desprendieron. El motivo es porque mejoran la conductividad térmica con fibras de cobre, que son las que han probado ser más tóxicas para los pulmones humanos que las emisiones de diésel.
El amianto ha sido eliminado de la industria poco a poco debido a sus efectos en el ser humano, pero ahora se ha probado que el polvo de cobre tampoco es precisamente bueno. Está relacionado con enfermedades pulmonares y preocupa porque las pastillas con este material son las más comunes en mercados como el estadounidense debido a su bajo coste y resistencia. En estados como California y Washington ya se han aprobado leyes para reducir el contenido de cobre en las pastillas de freno, mientras que esto también está regulado en la Euro 7 que entrará en 2026.
Sin embargo, parece que solo afectará a coches nuevos y no hay forma de reducir las emisiones de los frenos de los más antiguos. Es algo inédito en la época que nos ha tocado vivir, pues se miran con lupa las emisiones de los escapes, mientras que otras pasan desapercibidas. Las de las pastillas de freno seguramente pasen al punto de mira, ya que los eléctricos también las tienen y que los efectos podrían ser mayores. El tener batería hace que su peso se incremente y que haya que hacer un mayor uso del freno para detenerlo. También está el tema de la frenada regenerativa, que reduce la fricción, pero todavía es pronto para saber cómo afectará.
Fuente: Universidad de Southampton