Cada vez son menos los jóvenes que se ponen al volante, según estadísticas de ambos lados del Atlántico. Con eso en mente, la investigación hecha por la organización benéfica independiente de seguridad vial más grande del Reino Unido, IAM RoadSmart, se propuso averiguar por qué los jóvenes ya no muestran interés en aprender a conducir. ¿Problemas de dinero? ¿Miedo al coche? ¿Falta de ganas? Realmente, hay de todo un poco.
Los investigadores encuestaron a 1.000 conductores jóvenes, todos con edades comprendidas entre los 17 y 24 años. Según las estadísticas, al menos, podemos ver y comprobar las respuestas más comunes de la llamada Generación Z. Podemos destacar como principales motivos el precio de sacarse el carné de conducir y los costes asociados a tener tu propio vehículo –y mantenerlo–, puesto que consideran que sería un gasto inútil, ya que no pueden pagarlo. Y es que tanto la primera de las razones como la segunda tienen sentido, siendo ahora más caro que en el pasado.
“Nuestra investigación muestra que, entre los jóvenes, el trabajo de aprender a conducir es un gran impedimento para obtener esa licencia que les abriría muchas oportunidades laborales y aumentaría su movilidad personal”, dijo Neil Greig, director de Políticas e Investigación de IAM RoadSmart. “Sin duda, el aumento en el número de personas que acceden a educación superior y el aumento de las aplicaciones móviles para pedir taxis [VTC] también han impulsado el declive. Muchos jóvenes carecen de la confianza financiera para conducir un automóvil”.
La encuesta también reveló que el miedo a conducir había disuadido al 26 % de los encuestados de aprender a conducir, y las listas de espera más largas para las pruebas solo eran un problema para el 20 %. Los participantes también mencionaron encontrar el vehículo adecuado y el tiempo para tomar clases, pero solo el 14 % sintió que no necesitaban un automóvil para moverse. En realidad, uno de cada diez se sintió desanimado por la recomendación de familiares o amigos de que no deberían aprender a conducir, a pesar de que antes era justo al revés.
“Es preocupante escuchar que tantos jóvenes tienen miedo de conducir y que se han demorado por ello en hacerse con el carné. Sentarse tras el volante sintiéndose estresado puede afectar a la concentración y el rendimiento, lo que hace que las carreteras sean un lugar más peligroso de lo necesario. Todos podemos hacer de nuestra parte reduciendo el temor a los conductores más temerosos mientras trabajan para obtener la valiosa experiencia de conducción que hará que los jóvenes conductores vayan con más seguridad a largo plazo”, añade Greig.
Curiosamente, la encuesta también exploró qué alternativas harían que los conductores jóvenes consideren dejar de conducir un vehículo. La mejora en el transporte público fue el sentimiento predominante, con un 30 % de los encuestados que afirmaron que viajar en autobús gratis les haría considerar cambiar sus llaves por un bonobús. Además, el 27 % reveló que las tarifas de tren más baratas los persuadirían de dejar de conducir su propio vehículo, mientras que el 22 % dijo que las formas modernas de transporte los inducirían a abandonar su coche.
A esto, Greig quiso concluir con que “el uso del transporte público sigue disminuyendo después de la pandemia, por lo que nunca ha sido más importante considerar el impacto positivo que un carné de conducir podría tener en su estilo de vida y sus perspectivas de empleo”. Además, esta falta de interés por parte de los jóvenes en aprender a conducir también deriva en una merma en la seguridad de los conductores adolescentes, ya que la inexperiencia al volante puede traer consigo despistes y una mayor falta de atención por “no querer hacer bien las cosas”.
Fuente: IAM RoadSmart