De vez en cuando nos gusta remontarnos al pasado para conocer alguna historia curiosa sobre los comienzos del mundo de la automoción. Aquí normalmente hablamos de turismos y dejamos un poco de lado a los vehículos industriales, pero hoy vamos a hacer una excepción. Merece la pena para contar los orígenes del transporte de mercancías por carretera, algo en lo que tiene mucho que decir el Goodyear Wingfoot Express, un precursor en este ámbito.
Corría el año 1917 y ya había bastantes automóviles por las carreteras con neumáticos de aire, una novedad que mejoraba el comportamiento y la fiabilidad. Sin embargo, todavía no eran populares en el sector del transporte de mercancías pesadas. Pero ese año tomaron un camión Packard de cinco toneladas a estrenar y en las instalaciones de Goodyear en Akron, Ohio (Estados Unidos), se pusieron a investigar como podrían mejorarlo.
Con una carrocería especial de más de 3 metros de altura y los nuevos neumáticos, parecía el vehículo perfecto para iniciar una aventura. Se trató de la primera ruta interestatal de camiones, que cubriría los 1.190 kilómetros que unía la planta de Akron hasta la de tejidos para neumáticos de Goodyear en Connecticut. La idea es que dos conductores se fueran turnando y uno durmiese en un compartimento (fue la primera cabina con litera) mientras el otro conducía.
Los elegidos para la primera travesía fueron Harry Apple y Harry Smeltzer, que partieron con un equipo formado por dos coches de apoyo con un ingeniero de neumáticos, un cámara de vídeo y un publicista. Entre el equipamiento había una docena de neumáticos de repuesto, un compresor para inflarlos, 152 metros de cuerda, palas, un bloque pesado y otras soluciones. No hay que olvidar que cubrir esa distancia era algo impensable para la época.
Desde el comienzo del trayecto se pudo apreciar que los neumáticos de aire tenían ventajas frente a las ruedas macizas que se usaban hasta entonces. Éstas eran más lentas y secas en sus reacciones, además solían causar desperfectos en los productos transportados. Aunque la superioridad era clara, el Goodyear Wingfoot Express tuvo algunos problemas en la travesía. Nada más salir de Akron se hundió en el barro, su peso hizo que algunos puentes sufrieran daños a su paso y el motor falló dos veces, teniendo que ser reconstruido.
Toda una odisea que hizo que tuvieran que cambiar también los coches de apoyo al llegar a Pittsburgh. También añadieron algunos equipos como un cabrestante y una soga para salir del barro, por no hablar de algunos neumáticos más, ya que reventaban «cada 120 kilómetros a medida que el camión avanzaba a unos 25 km/h». Sin embargo, decidieron seguir adelante con obstinación y consiguieron llegar a su destino con tres semanas de retraso. Fueron necesarios 28 días y 28 neumáticos para el viaje.
Con la experiencia adquirida en esta primera travesía, la gente de Goodyear se puso a trabajar en algunas mejoras. Los neumáticos equiparon un talón de la cubierta más fuerte y flancos laterales más pesados para resistir mejor a los reventones. Lo siguiente fue completas una flota de siete Goodyear Wingfoot Express de diferentes marcas (White, Mack y Packard) y entre tres y cinco toneladas para hacer una ruta de casi 5.000 kilómetros por la costa este de Estados Unidos.
Terminaron sin un solo pinchazo, demostrando que las mejoras aplicadas habían funcionado a las mil maravillas. El siguiente paso fue marcar el hito de cuatro viajes de ida y vuelta, un total de 50.000 kilómetros. Con esta fiabilidad pudieron batir un récord mundial, cruzando Estados Unidos de costa a costa en tan solo 14 días. En definitiva, el Goodyear Wingfoot Express fue un auténtico pionero que sirvió de anticipo a los camiones de hoy en día.
Fuente: Goodyear
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