Es posible que el Hispano-Suiza H6C «Tulipwoop» Torpedo by Nieuport-Astra sea el modelo más especial que haya hecho la marca española. Corresponde a aquel esplendor vivido a principios del siglo pasado y tiene una historia muy llamativa. Fue una creación para André Dubonnet, un auténtico gentlemen de la época que fue piloto de combate en la Primera Guerra Mundial, atleta olímpico y experto en la industria automotriz. Aunque hoy vamos a dejar de lado su vida y nos vamos a centrar en su coche.
Dubonnet era muyexigente en sus peticiones y ya tenía en su haber varios Hispano-Suiza especiales y hechos por encargo. Pidió un H6C con modificaciones importantes en un momento en el que solamente Marc Birkigt, cofundador de la marca, había recibido uno. No hubo problema. De este modo, cogieron un chasis del 8 litros equipado con un radiador bajo y con el depósito grande y se pusieron a trabajar en él. Dónde más atención se puso fue en la carrocería de madera, que fue hecha por el especialista en aviación, Nieuport-Astra.
Tras varias pruebas, se llegó a un resultado óptimo que estaba formado por listones de tulipwood y con remaches de cobre para unirlos al chasis. Esta madera destaca por su ligereza y resistencia, de forma que la carrocería pesaba entre 70 y 90 kg, pudiendo ser portada por dos hombres. Era una obra totalmente artesana que conseguía estética muy atractiva, inspirada en el mundo de la aviación. Inicialmente, este vehículo fue usado por Dubonnet en competición, debutando en la Targa Florio de 1924, la cuál terminó en quinta posición.
Después decidió utilizarlo en carretera abierta y, para ellos, se le instalaron guardabarros planos, un pequeño parabrisas, los faros y otras bondades. Aunque no le duró mucho a Dubonnet, pues pasó a manos de la familia Coty. Se cree que perteneció a Roland Coty, el hijo del magnate de los perfumes, aunque al año se lo vendió al escocés, Alexander Keiller, que lo registró en Londres con la matrícula XX 3883. Durante esa época se hicieron algunas modificaciones, las más notables en los paragolpes y en el escape.
Se salvó de la Segunda Guerra Mundial almacenado en las instalaciones de Hooper, en Plymouth, parece que solamente sufrió daños menores en la zaga fruto de la metralla. En 1950 volvió a cambiar de manos y pasó a ser propiedad de Rodney Forestier-Walker, que lo disfrutó durante seis años e hizo algunos cambios menores en parabrisas y faros. Para 1955, Gerald Albertini, heredero de Standard Oil, le haría una oferta y se lo llevaría para restaurarlo de forma generosa.
No había casi desgaste mecánico, pues el coche apenas había recorrido 21.000 kilómetros en esos años, así que la gente de Hispano-Suiza cambió el embrague y poco más. La carrocería fue restaurada por Panelcraft of Putney, que elaboró a mano nuevas piezas que eran casi idénticas a las originales, haciendo un trabajo muy destacado para la época. Tras muchos viajes y disfrute, Albertini se desprendió de él en 1964 y el coche llegó a Estados Unidos, concretamente al garaje de Richard E. «Jerry» Riegel Jr.
Allí ha estado hasta la actualidad, cambiando de manos. Algunos de sus propietarios han sido Anthony Bamford, Michel Poberejsky, Ares Emmanuel, Mike Fennel y a finales de los 80 fue comprado por el propietario actual. Ha estado en su colección todo este tipo, haciendo apariciones muy limitadas. Ahora sale a subasta de la mano de RM Sotheby’s tras una restauración completa y en un estado inmaculado. Se espera que alcance un valor de entre 8 y 12 millones de euros (lo mismo en dólares), así que será una de las estrellas de la subasta de Monterrey que se celebrará a finales de agosto.
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