Los objetivos de desarrollo sostenible son propósitos de los países pertenecientes a las Naciones Unidas que se centran en temas de diversa índole como son la pobreza, la igualdad o el medioambiente. Dentro de este último, se encuentra el objetivo de reducir la emisión de gases perjudiciales para la atmósfera y de cuyas medidas se van estableciendo poco a poco, como la prohibición de circulación a determinados vehículos en ciudades como Barcelona y Madrid.
La aplicación de estas medidas, como la reducción de la velocidad y la limitación de entrada de vehículos en las urbes, no son suficientes para lograr el objetivo de reducción de gases que supone pasar de emitir 329 MtCO2 en el año 2014 a emitir entre 14 y 88 MtCO2 en el año 2050. En otras palabras, reducir las emisiones en más de un cuarto de las emisiones de hace dos años.
Para lograrlo, el informe de la división Monitor Deloitte titulado: Un modelo de transporte descarbonizado para España en 2050 propone un reto más ambicioso. Dado que el 24% del dióxido de carbono que expulsamos los españoles a la atmósfera proviene del transporte, la idea es acabar con la utilización de transporte de combustibles fósiles y reemplazarlo en su totalidad por vehículos eléctricos lo cual supondría que en España habría un total de seis millones de coches eléctricos en 2030.
Comparativa de la distribución de emisiones de Gases de Efecto Invernadero per cápita en los principales países europeos (2014)
Para lograr esta propuesta, serán necesarias varias acciones clave por parte del gobierno y la ciudadanía. Teniendo en cuenta que el pasado año de 2016 se vendieron 4.750 coches eléctricos (nuestro parque automovilístico cuenta con 22 millones de coches), se ve imprescindible aumentar los incentivos para la adquisición de vehículos eléctricos. En concreto, el informe estima una inversión de de entre 1.100 y 2.000 millones de euros anuales hasta el año 2030, lo que supone un total de entre 15 y 28 miles de millones de euros. Barato no es, pero el futuro de nuestro planeta está en juego.
Entre otras proyecciones, en el informe se estiman varios escenarios posibles. Uno en los que los hábitos de uso del automóvil se mantienen como hasta ahora, manteniendo el uso individual del vehículo como coche particular. Y el otro, donde se produce un auge del modelo colaborativo en el que varios pasajeros comparten un vehículo eléctrico. Independientemente de que al final ocurra una o la otra, ambas propuestas son viables y mejorarían la calidad del aire de nuestro país.
Fuente: Análisis Monitor Deloitte
El gráfico muestra cómo sería el parque automovilístico en España si se cumplieran las recomendaciones del informe. Desde 2015, se estima un crecimiento exponencial cada 5 años en el que el porcentaje de coches eléctricos van aumentando hasta convertirse en seis millones de turismos en el año 2030, con tan solo la mitad del parque automovilístico movido por energía eléctrica. Veinte años más tarde, en 2050 se plantea un parque automovilístico hasta casi 22 millones de vehículos completamente eléctricos, sin que produzcan una sola emisión de CO2.
En el caso de que se realizase un cambio en el hábito de uso de los coches hacia un empleo del vehículo de modo más colaborativo, las estimaciones se podrían reducir a tan solo 7 millones de turismos circulando por las carreteras españolas. Buenas noticias para quienes necesitan el coche para ir a trabajar, cogerían menos atascos.
El fin de las gasolineras
Además del cambio en el uso del transporte particular, la sustitución de vehículos de combustión por eléctricos supondría la necesidad de un mayor número de puntos de carga. ¡Adiós a la gasolina! En cifras exactas, el informe señala como indispensable 90.000 puntos de recarga de acceso público en 2025 y 145.000 en 2030. Más inversión de la que se desconoce respuesta por el momento.
Fuentes: Deloitte y Naciones Unidas