Mientras que en 1987 el Renault 21 era elegido coche del año en España, en ese año se mostraba al mundo un prototipo de superdeportivo de cuatro puertas llamado Lamborghini Portofino, que ahora se exhibe en el museo Chrysler de Auburn Hills, Michigan, Estados Unidos.
¿Y qué hace un prototipo Lamborghini el museo Chrysler? El fabricante americano se hizo con Automobili Lamborghini S.p.A en 1987 y dirigió sus designios hasta 1994. Con la marca de superdeportivos formando parte del grupo, Kevin Verduyn, jefe de diseño de Chrysler, vio claro que podía ver sus sueños hechos realidad.
Un año antes, en 1986, Kevin Verduyn dibujó durante un estudio de aerodinámica interna las líneas de un concepto de sedán de cuatro plazas llamado Navajo. El proyecto nunca pasó de la fase de modelo de arcilla, pero en 1987, Bob Lutz, vicepresidente ejecutivo de Chrysler de aquella época, reconoció su potencial. Justo después nació el Portofino, que fue presentado en ese año en el Salón de Frankfurt.
El Portofino contaba con el chasis alargado de un Lamborghini Jalpa, tracción trasera y motor en posición central, concretamente un V8 de Lamborghini de 3.5 litros (asociado a un cambio manual de 5 velocidades) que desarrollaba 225 CV de potencia.
Su diseño era el típico americano de la época, nada de las aristas afiladas de hoy en día. Aparecen formas suaves y redondeadas que generaron el diseño Cab foward, que se implemento en el Dodge Neon, Dodge Status, Dodge Intrepid, Plymouth Brezze, Chrysler Concorde… Lo más interesante del Portofino (como puedes ver en las imágenes), es el hecho de que contaba con cuatro puertas de apertura de tipo tijera (las traseras, obviamente, en sentido contrario). Además, detalles futuristas adornaban la carrocería, a la vez que sus faros y sus llantas.
En cuanto al interior del Portofino, lo primero que llama la atención es la completa ausencia del pilar B, un detalle que empezamos a ver en coches bastante más modernos, caso del Ford B-Max o el BMW i3. Así se accedía con mayor comodidad a los asientos traseros, de cuero y alcántara.
Solamente se fabricó una unidad de este prototipo con el número de chasis LC0001, y por desgracia se dañó considerablemente ya que sufrió un accidente en 1991. Chrysler decidió restaurarlo y se gastó más de 220.000 euros para que quedase perfecto y poder exhibirlo en su museo de Michigan. El diseño está muy lejos del visto en los mejores Lamborghini de la historia, pero ahora que Chrysler está bajo el paraguas de lso italianos de Fiat… ¿se atreverían a americanizar un Maserato o un Ferrari?
Vía: Car Design News
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