Desde hace unos meses, la maltrecha situación económica provocó que Lola Cars, la histórica firma británica de automóviles de competición, cayera en manos de un grupo de administradores cuya única misión ha sido la de encontrar compradores que evitaran el cierre total de la compañía.
Malas noticias, porque han fracasado en el empeño. El pasado 5 de octubre, los responsables de Lola Cars anunciaban el cierre de la compañía tras 54 años de vida. La firma dará sus últimos coletazos en la alta competición este mismo fin de semana, donde ocho equipos utilizarán sus automóviles para la celebración de las 6 horas de Fuji.
Se trata de una competición de segundo nivel, y es que Lola Cars ha visto como su presencia en las carreras más importantes se ha ido desvaneciendo con el paso de los años. En la época doraba participaron y se alzaron victoriosos en las 24 horas de Le Mans, en Sebring, en el Gran Premio de Mónaco y en el mítico Indianapolis 500. El principio del fin comenzó a gestarse tras su retirada en la Fórmula 1, una competición a la que pretendieron regresar en 2010 sin que finalmente lo consiguieron.
A pesar del cierre de Lola Cars, la compañía se compone de varias divisiones que todavía pueden tener una última oportunidad. La que más posibilidades tiene es Lola Composite, quien tiene a dos compradores potenciales que se encuentran a la espera del veredicto de los administradores.
La quiebra de la compañía supone un quebranto en los planes comerciales del sector automovilístico y es que Lola Cars también se encargaba del suministro de diferentes materiales a las grandes firmas automotrices.
Con la esperanza de que tan solo sea un hasta luego, los aficionados se despiden de una firma que marcó una época en el automovilismo de alta competición.
Vía: Recta de meta
Foto: CarAdvice