Los baches son el pan nuestro de los que conducen a diario, sobre todo a finales del invierno, cuando más heladas se producen. Mientras Google quiere detectarlos todos para que sus coches autónomos los eviten y artistas como Wanksy lucha porque los arreglen con su particular arte, los fabricantes intentan que sus coches resistan lo mejor posible el paso por estas heridas de la carretera.
Y es que esos golpes que a menudo sentimos en las posaderas, también hacen mella en el vehículo. Más allá de que se produzcan reventones o incluso salidas de vía, reducen su fiabilidad… y a la larga eso puede suponer muy mala prensa para el fabricante. ¿La solución? investigar cómo afectan los baches al coche y así descubrir cómo moderar los daños.
Para que la investigación sea buena ha de ser empírica… que el coche sufra en sus carnes un bache tras otro. Y como resulta que las superficies y sus desperfectos son diferentes en todas las partes del globo, los fabricantes como Ford han optado por construirse sus propias carreteras donde recrean los efectos de los peores baches del mundo y otras superficies extremas: desde un cruce lleno de baches en Afganistán a el demoníaco pavés belga.
Situado en Lommel (Bélgica), este circuito de pruebas de 80 km incluya más de 100 superficies extremas, incluidos 1,9 kilómetros de baches: hay zonas de alta velocidad, áreas con grava, tierra y adoquines, ondulaciones, pasos por áreas húmedas y saladas… Solamente así se puede comprobar, con un equipamiento parecido al empleado por los sismólogos en el estudio de terremotos cómo afectan a los componentes de los vehículos. Cada año los probadores recorren 6 millones de km en estas condiciones, tan duras que solamente pueden circular dos horas seguidas como máximo, como verás en este vídeo:
Fuente: Ford