Los combustibles fósiles están casi abocados a desaparecer, teniendo en cuenta la estricta normativa europea de emisiones. La electrificación total parece la solución a largo plazo, aunque también se están intentando desarrollar biocombustibles que sean respetuosos con el medio ambiente. Aunque todavía no queda claro su devenir, parece bastante claro que la gasolina y el diésel tradicionales irán retirándose paulatinamente. Y los usuarios tendrán que acostumbrarse, pues se dice que el precio del combustible subirá un 70 % de aquí a 2030.
Es una estimación sacada de un estudio reciente de Deloitte, que se basa en la nueva fiscalidad energética que aplicará la Unión Europea al transporte. A partir de 2026 se incluirá en el sistema ETS y eso se traducirá en subidas en los precios de los combustibles que van del 20 al 70 %. Se trata de una tasa impositiva por distancia que actualmente tiene al diésel en una tasa mínima de apenas 1,9 puntos por las ventajas que se registraban. Con el cambio, éste combustible pasaría al 3,2 y de ahí sale ese aumento de precio del 70 %.
La gasolina no estará tan perjudicada, pues actualmente tiene una tasa de 3,3 y subiría hasta los 4 puntos, así que su incremento de precio estaría en torno al 20 %. Si hablamos de la tasa impositiva por contenido energético, en el diesel pasará de un mínimo de 10,3 hasta los 18,2 puntos. En la gasolina el crecimiento será de 14,2 a 17,7. Con este cambio, habrá otros combustibles que salgan beneficiados, como es el caso del biometano, que apenas subirá del 0,3 al 0,8; o el hidrógeno que se mantendrá en el 0,0 %.
Parece que este movimiento se trata de un esfuerzo por equiparar la fiscalidad de los combustibles fósiles y también para reforzar la neutralidad tecnológica. Aunque, por otro lado, se cuestiona que se vaya a realizar una transición justa debido al enorme aumento para que el muchos no están preparados. Los principales afectados serían el sector del transporte profesional, que todavía depende mucho del diésel y que con su encarecimiento podría tener problemas. Sin embargo, Europa parece firma con sus decisiones.
El coche eléctrico es la prioridad absoluta de cara a la próxima década y el objetivo es descarbonizar el transporte ligero a buen ritmo. Algunos estudios creen que para 2030 el 82 % del consumo del sector seguirá basado en combustibles fósiles, pero esa dependencia es precisamente el enemigo a batir. Se menciona la posibilidad de seguir desarrollando combustible alternativos para hacer una doble palanca y reducir las emisiones en sectores no energéticos. Aunque todavía es pronto para ver cómo evoluciona este movimiento.
Fuente: The Objective