Revolucionario. Efímero. Una máquina del tiempo. Un regreso al futuro. Un nombre con diversas formas de escritura. De Lorean o DeLorean. Un modelo, de altas prestaciones, que cautivó y nació para convertirse en el deportivo más asequible del mercado. Seguridad, confort y belleza, sus señas de identidad.
John Z. DeLorean nació y creció con una única idea en su mente, crear, construir y producir el coche más fiable y cómodo, además de elegante y divertido. Y así es como comenzó a darle vida en 1977 cuando nació el primer prototipo del coche.
Será en 1981 cuando, desde De Lorean Motor Company (DMC), nace uno de los modelos más recordados y reconocidos de la historia, De Lorean DCM-12. Un modelo que se caracterizó principalmente por dos aspectos. El primero de ellos, por sus ‘alas de gaviota’, inspiradas en el Mercedes 300 SL de 1954. Y el segundo, por su carrocería metálica de acero inoxidable.
A pesar de que el prototipo fue presentado en 1977, en 1976, William T Collins. (ingeniero y diseñador), realizó los primeros bocetos. Él fue el encargado de ofrecer, en los primeros instantes, un coche con un motor trasero del DCM-12 de la mano de un Motor Wankel de Citröen, aunque finalmente se tomó la decisión de modificarlo por un diseño francés elaborado por tres marcas: Peugeot, Renault y Volvo (PRV-6). Hablamos de un motor V6 de 2.863 cc., con inyección de combustible Bosch K-Jetronic. Con un total de 130 CV.
El cambio de motor fue una de las elecciones más aplaudidas porque, en aquella época, una crisis del petróleo hizo posible una escasez importante de combustibles. Además tanto Collins como DeLorean intentaron la producción de un chasis con una nueva tecnología, Elastic Reservoir Moulding (ERM). Este diseño pretendía reducir el peso del automóvil. Pero no resultó ser una idea tan efectiva a la hora de realizar la producción en masa. Así que a pesar de adquirir los derechos de la patente, tuvieron que desestimar esta tecnología.
Pero para la construcción y producción del modelo debía existir una factoría apropiada. Y ésta comenzó a construirse en octubre de 1978. Estaba situada a pocos kilómetros del centro de Belfast, en Dunmurry (Irlanda del Norte). La idea principal era que para 1979 comenzase la producción, pero hasta 1981 no fue posible por problemas presupuestarios.
La construcción de la empresa de Dunmurry no sólo sirvió para la producción del DMC-12, también generó empleo en una época de crisis donde los residentes se agolpaban en las puertas de las empresas solicitando empleo. En este caso se contrataron a trabajadores normales que nunca habían prestado sus servicios para la elaboración de un automóvil, pero a base de primas y de trabajo en equipo se logró sacar adelante el sueño de John Z. DeLorean. Un total de 9.200 unidades desde enero de 1981 hasta diciembre de 1982.
A la hora de llevar a cabo la producción se tomaron ciertas medidas para ahorrar en costes. Se dejaron a un lado las perfecciones en el airbag del conductor, en el ordenador de a bordo y en la barra de protección que cubría las rodillas del pasajero. Centraron los elementos de alto nivel en soluciones más estéticas para hacer del De Lorean un coche totalmente diferente e inigualable. Así, los diseñadores creyeron que lo mejor era suprimir cualquier línea curva en el exterior. Por lo que tomaron la decisión de crear unos discretos faldones negros y unas molduras de material sintético.
Además de todo esto, el habitáculo también tenía su importancia. Los materiales eran de primera calidad con acabados en negro y gris azulado. De serie se presentaba con asientos de piel, volante regulable de cuero, elevalunas y retrovisores eléctricos, aire acondicionado, equipo de música estéreo y llantas de aleación. Ahí es nada. Ante tantos elementos de serie, era normal que se ejerciese menos empeño en otras características mencionadas con anterioridad.
Seguramente, estas características señaladas no fueron las únicas que hicieron posible el reconocimiento del público. Como objeto de culto. 1985 también tiene algo de culpa en ello. ¿Por qué? Porque tanto Robert Zemeckis como Steven Spielberg llevaron a la pantalla la primera película de la trilogía Regreso al futuro. Y en ella, este deportivo aparecía como estrella absoluta. Una ‘nave espacial’ que desde el primer minuto supo cómo llamar la atención del espectador.
¿Alguien se acuerda de esta escena? Marty Mc Fly pregunta atónito y sorprendido a Doc “¿Has construido una máquina del tiempo en un De Lorean?”. Y el científico, sin despeinarse, responde, “bueno, yo creo que si vas a construir una máquina del tiempo en un coche, ¿por qué no hacerlo con clase?”. Y a partir de aquí, el DMC-12 pisa, sobrevuela y cabalga durante tres películas como objeto de museo indiscutible.
Un objeto de culto que en 1982 comienza a resquebrajarse. Un John Z. DeLorean que comienza sufrir duras acusaciones… Y el fin de un modelo que mereció tener una vida mejor. Pero esta es otra historia que continuará…