Su nombre es Richard Overton y es un veterano de la segunda guerra mundial más mayor vivo de Estados Unidos. Además del reconocimiento que la sociedad estadounidense otorga a los excombatientes, Mr. Overton también recibe el reconocimiento de los más mayores que observan envidiosos cómo se mueve en su vehículo con soltura después de renovar su licencia de conducir tras la realización del test psicotécnico.
Las sopas que come todos los días, los gatos a los que alimenta diariamente con moderación ya que, si no, no se comen las ratas, y los 12 puros que se mete entre pecho y espalda han hecho de este hombre un autentico superviviente. Además, a este hombre nacido en 1906, la posibilidad de conducir su pick-up, a lo largo y ancho de su ciudad Austin en Texas, le da la vida. Como se puede observar en el corto documental de National Geographic producido por el director de fotografía Rocky Conly.
Richard recuerda como escuchó que un hombre había conseguido su primer Ford, un coche. Nadie en la plantación de algodón, en la que trabajan por apenas 50 centavos al día, sabía lo que era un coche. Años más tarde, Overton se compraría su primer coche: un Ford de segunda mano Modelo T. Su pick-up seguirá siendo de la misma marca pero esta vez de los años 70, una pick-up Ford F-100.
Y no es que no tenga a nadie que le lleve a los sitios. Richard lo tiene claro cuando habla del resto de conductores que conducen «como locos». «Me siento bien cuando conduzco» dice el veterano mientras maneja el volante con cierta dificultad pero con firmeza. Él mismo lleva a su amiga de 91 años a la compra a la iglesia y demás viajes que necesite.
Amante de «las cosas que duran», Overton se compró su pick-up porque «he conseguido una furgoneta que circula como yo quiero, así que me la quedo», así le ocurre con el resto de aparatos tecnológicos de su casa que parece estancada en los años 80. «Soy feliz con mi casa, es todo lo que necesito» afirma el anciano, que cumplirá 111 el próximo 11 de mayo, y añade «si compro algo, lo usaré, no me lo voy a comprar para ir a comprar una nueva y otra de nuevo».
¿El secreto de su longevidad? Richard no lo sabe, al igual que nadie sabe cuando le llegará su hora, pero deja al final del documental un consejo para aquellos que lo quieras seguir: «Si te rindes, has terminado, solo dudas de ti mismo. Puedo fallar en cosas, pero nunca me rindo».
Fuente: National Geographic y Statesman