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M. Pardo

Road Movies: Fresas salvajes

Hasta los mayores genios de la Historia del Cine cuentan en su filmografía con una Road Movie. Ya te hemos hablado de algunos de los grandes directores, como Jean-Luc Godard y Week-end, Terrence Malick y Malas Tierras o David Lynch y Una historia verdadera. Hoy toca hablar de una de esas figuras imprescindibles sin las que la segunda mitad del siglo XX no hubiera sido lo mismo para el cine, el realizador sueco Ingmar Bergman (1918-2007) y su reconocida obra Fresas Salvajes.

FICHA TÉCNICA

Estreno1957
Duración90 minutos
DirectoresIngmar Bergman
GuiónIngmar Bergman
PaísSuecia
RepartoBibi Anderson, Viktor Sjöström, Ingrid Thulin…
Más información: IMDB

Borg (Victor Sjöström) es un profesor de física que tras ganar un premio sueña con su propia muerte. Tras ese sueño decide ir a Estocolmo a recoger su premio.

Así emprende un viaje al que le acompaña su nuera y en el que hará una parada en la casa donde vivió cuando era niño, donde recogía fresas salvajes y donde se enamoró por primera vez. Un viaje interior que le llevará a su infancia y a hacer un balance de su vida ahora que sabe que su final está cerca.

Como el anciano de Nebraska, Borg parece haber perdido el contacto con el resto del mundo, como si supiera que su sitio aquí se está esfumando, y su historia se convierte en el eje central de una película que pretende hablarnos de la certeza de la muerte cuando hemos llegado a un determinado punto de la vida. Borg utiliza este último viaje, en busca de su premio, para hacer un viaje al mismo tiempo al pasado para recordar aquellos momentos, lugares y personas que tiene guardados en su memoria y que saca a relucir por última vez.

El éxito de Bergman

En un viaje de Estocolmo a Dalarna, Ingmar Bergman se detuvo en Upsala, el sitio donde nació. Allí fue a la casa de su abuela y antes de abrir la puerta se preguntó si todo seguiría igual que cuando era un niño. «Esta es en realidad la idea de Fresas Salvajes«, dijo una vez el realizador sueco. «Pensé, ¿Puedes hacer una película sobre esto, que camines de manera real y que al abrir una puerta vuelvas a tu infancia?». Y desde luego que pudo.

Con Fresas Salvajes le llegó el éxito internacional definitivo. Por esta película se hizo con el Globo de Oro a Mejor Película Extranjera, el Oso de Oro en el Festival de Berlín y una nominación al Óscar en la categoría de mejor guión original. Fresas Salvajes también marcó el inicio de una nueva etapa en la carrera del director a partir de la cual vendrían algunas de sus mejores obras, como El silencio, Como en un espejo y, probablemente la película más importante de su carrera, Persona.

Su influencia

El director norteamericano Woody Allen siempre ha reconocido la influencia de Bergman en su obra, Fresas Salvajes, en concreto, la utilizó como referente para dos de sus películas, Deconstruyendo a Harry y Otra Mujer. Otra figura indispensable del cine del siglo pasado, Stanley Kubrick, mencionó una vez que Fresas Salvajes era su segunda película favorita y Federico Fellini decía que basta con ver esta película para comprobar la grandeza artística de Bergman. Otros directores como el británico Ken Loach o Jaco Van Dormael también la sitúan en su top ten  cinéfilo.

Raras veces la Industria, la crítica y el público han seguido la carrera de un director con esta fascinación. Muy pocos realizadores han conseguido que su trayectoria sea tan alabada y haya un consenso generalizado alrededor de la influencia y el legado de sus trabajos para las generaciones de directores posteriores. El azar quiso que el director sueco muriera el mismo día que otro grande del cine europeo del siglo pasado, el realizador italiano Antonioni, el 30 de julio de 2007.

El coche

El viaje que hacen a Estocolmo el protagonista y su nuera es a bordo de un Packard One-Twenty de 1937. Un coche veinte años anterior a la cinta y ya en ese momento un clásico. Este modelo es un hito importante en la historia de la compañía porque fue la primera vez que Packard entró en el competitivo mercado de los coches de ocho cilindros de precio medio.

Para muchos esto era la señal de que Packard empezaba a perder su reinado como la primera compañía de coches de lujo norteamericana, pero lo cierto es que este movimiento fue necesario para Packard para mantenerse vivo durante los últimos años de la Gran Depresión.

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