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Christian Benjumea

SEAT Ronda: el comienzo de un nuevo capítulo

Siguiendo con la línea de recordar a clásicos de nuestra automoción, y después de echar un vistazo atrás a la historia del SEAT Ritmo, hacemos un punto y seguido.

Y es que ahora, vamos a hablar de su sucesor en la línea, es decir, del SEAT Ronda.

Hacemos hincapié en aquello de “punto y seguido”, ya que el SEAT Ronda no fue un innovador, tampoco tenía la necesidad de serlo, pero aún siendo un rediseño del Ritmo, no pecó de indiferencia.

Por una parte, fue el pionero en la tradición de la marca de denominar a los modelos con nombres de ciudades españolas. Que mejor comienzo que con el nombre de esta bellísima localidad malagueña. Y por otra parte, fue a su vez el detonante de una guerra judicial entre Fiat y SEAT, que pese a lo negativo de aquello, no hay que olvidar toda la publicidad que se le dio de forma gratuita al modelo.

En otras palabras, el SEAT Ronda no nació para pasar desapercibido.

Así pues, nuestro punto de partida, es aquel 1982 en el que nuestro país tenía sobre sí el foco internacional al albergar el mundial de fútbol. En estas circunstancias, SEAT pasaba literalmente por una crisis existencial.

Hasta hace poco tiempo, Fiat poseía una participación en las acciones de SEAT que pese a no ser significativa, sí que era simbólica. Las sinergias entre ambas compañías permitió a SEAT desarrollar sus modelos con la tecnología proporcionada por la italiana. Es más, desde la directiva de Gianni Agnelli se prometió la futura adquisición de SEAT.

Cuando estaban todos los puntos del acuerdo acordado, los italianos descubrieron que las cuentas financieras de las que tenían constancia no concordaban con las reales. SEAT tenía unas cuantiosas deudas, que afectaban a sus finanzas como un tumor bastante complicado.

Ni la ostentosa comida preparada por los altos mandos del INI, evitaron que los italianos anulasen el precontrato sin mirar atrás.

El SEAT Ronda, fue por tanto la respuesta a esta situación crítica.

De primeras, Fiat estaba de acuerdo en permitir que su tecnología se siguiese utilizando como base de los futuros SEAT. Eso sí, con la inquebrantable condición de que el diseño fuese lo suficientemente diferenciado como para distinguir una marca de otra en el mercado.

Así, en mayo de 1982, se presentaba en sociedad el SEAT Ronda. Un coche que tenía a su vez la complicada tarea de hacerle frente al Talbot Horizon o al Citroën GSA.

Tecnológicamente, podemos afirmar que no se quedaba para nada atrás. Sus siete versiones de producción: Ronda 65 CL, Ronda 75 CL/CLX, Ronda 100 CLX, Ronda Crono 2.0, Ronda P 1.2 GL y Ronda P 1.5 GL/GLX, de gasolina, y Ronda 1.7 LD/CLD/GLD de diésel, eran bastante óptimas en cuanto relación potencia/versatilidad.

En relación a lo anterior, si durante los dos primeros años del 82 al 84, el SEAT Ronda se servía de la mecánica FIAT, la pérdida de vigencia de la licencia, llevó a la compañía de Martorell a buscar nuevos socios. Y qué socio.

Sin  olvidar las versiones 1.5 GLX y Crono 2.0 que se fabricaron del 84 al 85, tenemos que hacer mención a la mecánica directamente importada desde Stuttgart. Es decir, de la System Porsche.

Siendo el Ronda, el primero en equipar este motor. Los motores 1.2 y 1.5, efectivamente eran superiores en potencia que los provenientes de Fiat, pero su gran ventaja competitiva era la fiabilidad del mismo. Con la gran desventaja de que eran algo excesivos en consumo.

Y en medio de todos estos cambios en la ingeniería del Ronda, en 1983, a los directivos de SEAT le llega una demanda impuesta por Fiat. ¿El alegato? El Ronda es muy parecido al Fiat Ritmo.

Llevando la iniciativa de la demanda el propio diseñador del Ritmo, Giorgetto Giugiaro, lo cierto es que de lejos y de un simple vistazo podría surgir algo de confusión. Pero SEAT tenía la táctica perfecta para defender su inocencia ante las acusaciones de la italiana. De esta manera, y frente a la Corte Internacional de Arbitraje de París, utilizó como lienzo un SEAT Ronda al que pintó de amarillo en todas aquellas zonas que claramente eran diferentes al Fiat Ritmo.

El frontal, los interiores, retrovisores, llantas,… . Este ejemplo tan gráfico fue sin duda una aclaración bastante palpable de que efectivamente el SEAT Ronda era lo suficientemente diferente del Fiat Ritmo.

Echando la vista atrás, el hecho de que SEAT tuviese la suficiente autoestima como para defender su posición ya como una marca con una personalidad «más propia» atrajo a inversores y compradores tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Algo que traducido a los números, evitó la tragedia de la quiebra, y posicionó a SEAT como estandarte de un mercado y segmento muy maduro.

Y es que a pesar de no tener la admiración de los aficionados como lo tiene por ejemplo el Bocanegra, no olvidemos que el SEAT Ronda tiene en su haber el orgullo de haber iniciado un nuevo capítulo de la historia de SEAT.

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