Como cualquier buen coche prestacional que salga de Japón, el Subaru Impreza tiene tantas variantes que requiere un estudio real para conseguir hacer un liistado de todas sus versiones. Pero si le preguntas a un auténtico fanboy de la marca cuál es el mejor de todos los tiempos, es probable que su respuesta se reduzca a esta: el Subaru Impreza 22B STI, el primigenio y forajido que consiguió ser una leyenda en los rallies y en las calles. Consecuentemente, el paso del tiempo le ha ido convirtiendo en un apreciado artículo de colección.
¿Cuál es la razón para que el Impreza 22B STI sea el favorito de los entusiastas de la marca? Para empezar, es una rareza extrema. Luego, tiene el aspecto del coche del World Rally Car (WRC) de los años 90. Solo se construyeron 424 unidades, de las cuales 400 fueron para Japón, 16 para Reino Unido, cinco para Australia y tres prototipos. Todos ellos fueron construidos para celebrar los tres títulos consecutivos del mundial, y eso le valió a un compacto sin mayores pretensiones a tener el derecho de combinar llantas de aleación doradas con una gran toma de aire en el capó y un alerón trasero aún más grande.
En cuanto a la ficha técnica, Subaru reclamaba 280 CV de potencia y 363 Nm de par motor. En ese momento, había un acuerdo tácito entre los fabricantes japoneses para limitar las cifras a números parecidos. Pocos creen que Subaru se tomase en serio este límite en el Impreza 22B STI. La mayoría dicen que la cifra real está más cerca de 300 CV y 400 Nm, tal vez un poco por encima incluso. Su motor, ampliado a 2.2 litros respecto a un WRX de fabricación local, estaba lleno de componentes internos para manejar una mayor producción de energía, como válvulas de escape llenas de sodio, por ejemplo.
El resultado era un coupé de dos puertas con los ejes ensanchados hasta los 1.480 milímetros delante y 1.500 mm detrás, y 1.250 kilos de masa que podía alcanzar los 100 km/h desde parado en 4,5 segundos y volar hasta los 248 km/h. Esos números, en 1999, seguían estando al alcance de muy pocos vehículos, especialmente reservados a aquellos modelos europeos premium de altas prestaciones. Esencialmente, podemos decir que es un pequeño superdeportivo gestado alrededor del humilde compacto de cuatro puertas como fue ideado en un principio el Impreza. ¡Bendita locura! Pero no todo es tan bonito.
En los últimos años, los coches prestacionales del país del sol naciente de los 90 y principios de la década de 2000 han comenzado a aumentar su valor y, como uno de los más raros de su tipo, el Subaru Impreza 22B STi está cobrando impulso rápidamente como uno de los más caros. ¿Qué tan caro? Bueno, este ejemplar tiene un precio inicial de 295.000 libras esterlinas (unos 324.400 euros). Ha sido puesto a la venta en el concesionario Appreciating Classics en Norfolk, Reino Unido, y el anuncio destaca que ha sido de propiedad de una sola persona. Afortunadamente, no tiene modificaciones; es 100 % de serie.
Este susodicho fue comprado como una inversión familiar en 1998 e importado nuevo de Japón. La descripción destaca que solo ha sido manejado en un par de ocasiones cuando era nuevo y, desde entonces, ha sido guardado la mayor parte del tiempo (aunque siendo regularmente revisado). Con tan pocos rodaje en el odómetro, 435 kilómetros, no sorprende que tanto el exterior como el interior estén en perfecto estado. Para prepararlo para la venta, Appreciating Classics lo ha limpiado con gran minuciosidad. Por supuesto, no hay signos de desgaste y todavía huele al final del siglo XX.
Está en una estado completamente nuevo, con las etiquetas de las ventanillas y el plástico que venía sobre los asientos traseros de la fábrica. No hay más Impreza 22B STI fabricados en el mundo, por lo que encontrar uno en esta condición es una misión prácticamente imposible. Aun así, este precio puede no ser tanto como lo que puede llegar a cotizarse de aquí a unos años. Por desgracia, se convertirán en coches de coleccionista que rara vez verán la luz del sol y puedan mancharse el calzado sin miedo a que se arañe. Si te gusta y puedes pagarlo, no lo veas solo como una inversión, disfrútalo.
Fuente: Appreciating Classics
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