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SUV gigantes
Asier Nuñez-Martinez

Subvenciones al petróleo y auge SUV, paradojas ante el cambio climático

Cuando descubres que hay más de 1.000 millones de coches circulando por la carretera, asusta realizar una medición aproximada de las emisiones de CO2 y del impacto ambiental que pueden causar. Tal número de coches, la mayoría con motores de combustión fósiles, sobre todo los de gran peso y tamaño como los SUV y todoterrenos tan en boga últimamente, es uno de los mayores enemigos del calentamiento global.

Para detener la cifra de emisiones de gases de efecto invernadero, los Estados han intentado implantar medidas de todo tipo. Ya se ha comenzado a prohibir el uso de coches en el centro de las ciudades y a penalizar fiscalmente los vehículos, al tiempo que nos cuentan promueven energías renovables.

Los fabricantes han mejorado los motores para que cumplan las normativas de emisiones e impulsan las ventas de los coches híbridos y eléctricos… Pero al mismo tiempo se produce la primera paradoja: han llenado las calles de coches con aspecto de todoterreno: más pesados, más grandes, menos aerodinámicos… Antaño vehículos especializados para circular fuera del asfalto, utilizados por una minoría, ahora la moda (de la que no se salva nadie) los ha llevado a carreteras y ciudades. Todo fabricante, incluso de lujo) cuenta con varios SUV en su gama, algunos incluso de carácter deportivo. Obviamente, un vehículo pesado, de grandes dimensiones, podrá comportarse bien en línea recta, pero en zonas de curvas su altura le penalizará. Y ya no hablemos de consumos…

Es aquí donde entran en juego los productores de los combustibles fósiles, un sector que juega un papel importante en este partido y claves en la segunda paradoja. Todo el mundo se mueve gracias a ellos y son quienes fijan el precio de un producto básico para la sociedad actual. Una subida del precio del petróleo puede llevar al traste la balanza de pagos (diferencia entre importaciones e importaciones) de todo un país. Pasa exactamente lo mismo con la economía doméstica. Aunque la gasolina sea barata ahora y uno pueda permitirse circular en un SUV grande, quizá ya no sea en absoluto atractivo si el combustible es más caro en un futuro. Puede que vender el todoterreno sea una buena opción, si, como la mayoría, sueles circular en asfalto.

Así pues, un buen número de los países occidentales depende de los productores de petróleo. Y resulta llamativo, que, además, reciban ayudas. Aunque parezca sorprendente, según el FMI, los productores reciben subvenciones públicas de más de 5,3 billones de dólares cada año por explotar combustibles fósiles. Rusia, India, China, Japón, EE.UU. o la Unión Europea son los países que más consumen… y que más recursos destinan a este tipo de ayudas para el sector del petróleo.

Se subvenciona a los países productores de petróleo más que a las energías renovables

Los gobiernos maquillan esa ayuda a los combustibles fósiles con otras subvenciones públicas a las energías renovables para promover su uso en la sociedad. Sin embargo, las renovables no cuentan con la misma magnitud de ayudas que los combustibles fósiles. Esta situación dificulta a corto plazo el uso masivo de coches con energía limpia que tanto «intentan impulsar» los Estados y los fabricantes.

El resultado es contar con un sector de energía verde caro y marginal, mientras que las empresas que explotan los combustibles fósiles no deberían contar con unas ayudas… y más teniendo en cuenta que, a medida que se vaya agotando (algo que ocurrirá), más caro será. Según cuenta Damian Carrintong para The Guardian, eliminar las subvenciones provocaría menos producción, menos emisiones de CO2 y menos muertes por contaminación ambiental.

Toda esta situación afecta directamente al usuario, que decidirá su compra por los modelos que ofrezcan los fabricantes, el precio del carburante y los impuestos que fijen los gobiernos. Como los fabricantes ofrecen un tipo de coche que abusa del medioambiente, la moda de los SUV y de los todoterrenos estilizados para uso urbano ha creado un escenario de auténtico derroche y contaminación difícil de parar en la actualidad.

Todo el mundo sabe que los coches del futuro serán híbridos y más tarde puramente eléctricos, con un tamaño compacto con una única incertidumbre, el coste que supondrá esta nueva flota de coches.

El momento en el que se acaben las ayudas a los combustibles fósiles y a las renovables, veremos dos sectores compitiendo en igualdad de condiciones. Con más medidas para combatir el cambio climático, (las próximas deberían llegar en la próxima Conferencia del Clima de la ONU, que se celebrará en París), llegarán más trabas para los usuarios que quieran comprar auténticas bestias de gran tamaño y consumo, como son los SUV gran tamaño y los todoterrenos. Deberían dejar de ser una moda para volver a ser coches especializados en moverse por zonas escarpadas… algo que muy poca gente necesita hacer.

La consecuencia debería ser que muchos usuarios decidan volver a optar por un coche de menor tamaño que salga más rentable. Es cuestión de tiempo que comience la lenta extinción de los coches pesados y derrochadores de combustible, para dar comienzo a una nueva etapa de coches más eficientes y de un tamaño razonable.

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