FCA Heritage es el departamento encargado de cuidar, mimar y lucir a los modelos más antiguos del grupo italiano, antes de que se fusionase con Chrysler; es decir, de Fiat, Abarth, Alfa Romeo y Lancia. Todos estos representaban el cuore de la automoción europea en sus respectivas desde comienzos del siglo XX, ya fuese por los modelos enfocados al lujo o al mundo de la competición, como este Fiat S61 Corsa de 1908.
Durante la segunda revolución industrial, el mundo estaba dominado por el deseo de superarse, y dentro de ese espectro, concretamente el de ser cada vez más y más rápido. Italia desempeñó un papel clave en este nuevo impulso hacia la modernidad. La primera edición de la carrera Targa Florio se celebró en la isla de Sicilia en 1906, mientras que el mes siguiente se celebró en el trazado francés de Le Mans el primer Gran Premio (GP) de la historia de la automoción.
Este periodo de fermentación de las carreras fue el telón de fondo del nacimiento del Fiat S61 Corsa, un biplaza inicialmente diseñado para el mercado estadounidense. Gestado en 1910, tres de estos ejemplares corrieron en el país de las oportunidades ese mismo año en el circuito de Savannah, Georgia, siendo uno de ellos conducido por Ralph de Palma. Como curiosidad, esta fue la segunda carrera del Gran Premio de Automóviles del Club de Automóviles de América.
Al año siguiente, terminó tercero en la primera edición de las 500 millas de Indianápolis bajo las manos de David Bruce-Brown a una velocidad promedio de 117 km/h. Teddy Tetzlaff ganó el GP de Santa Mónica (California) de 1912, por delante de otro S61 Corsa y un promedio de 127,170 km/h en 487,5 kilómetros recorridos; la vuelta más rápida registró 144,803 km/h de media. Pero la victoria de Caleb Bragg en el circuito de Milwaukee (Wisconsin) fue aún más prestigiosa.
Sin embargo, la victoria más famosa del Fiat S61 Corsa fue en 1911 cuando Victor Hemery ganó el Gran Premio de Francia en el circuito de la Sarthe, en las afueras de la ciudad de Le Mans. Orgulloso de su patrimonio, esta bestia indomada de la pista de carreras ha sido objeto de un trabajo de restauración conservador meticuloso y minucioso, que después de una década de trabajo duro y paciente ha sido devuelto al estado donde consiguió sus victorias hace 110 años.
El chasis era de escalera era de acero, con una carrocería de aluminio. La caja de cambios transfería la potencia del motor a las ruedas posteriores mediante un sistema de transmisión final de tipo motocicleta que comprometía dos juegos de piñones, cadenas y engranajes, uno por rueda. El sistema de frenado queda comprendido una pareja de tambores en el eje trasero y un freno de banda accionado por pedal en el eje de la hélice; no había frenos delante.
Una bestia difícil de domesticar que necesitaba de un mecánico a bordo en todo momento para mantener presurizado el tanque de combustible. Porque el motor, aunque de tamaño “normal” para la época, no era poca cosa: un bloque de cuatro cilindros (dos unidades bicilíndricas unidas) y 10.087 cc con cuatro válvulas por cilindro. Una gran proporción de los componentes mecánicos externos, incluidos el radiador y la bomba de refrigerante, estaban construidos en latón.
El resultado era una potencia de 115 a 125 CV, dependiendo de la configuración, a 1800-2100 rpm, con una velocidad máxima cercana a 160 km/h. Muchos años después de sus gloriosas victorias en Estados Unidos, el quinto Fiat S61 Corsa que se construyó regresó a Turín en 1970 y se guardó en un almacén completamente desmantelado. Pero hace más de diez años, el equipo de mecánicos de FCA Heritage comenzó con uno de los mejores trabajos de restauración jamás vistos.
Y como siempre suele ocurrir, hubo innumerables dificultades en el proceso: sin dibujos técnicos, sin documentación y con muy pocas referencias históricas. Además, muchas piezas eran particularmente complejas, como el embrague, que consta de 72 placas que funcionan sumergidas en un lubricante cuya composición exacta se desconoce. Fue solo después de muchos intentos con otros de todo tipo cuando se ideó una mezcla de aceite de motor, diésel y gasolina que demostró tener la viscosidad correcta.
El trabajo de restauración fue extremadamente difícil, pero los ingenieros estaban decididos a no rendirse. El enfoque conservador requería que mantuvieran tantos componentes originales como fuera posible. La reconstrucción del bloque motor de hierro fundido fue inevitable, pero la preservación de este es original. Las ruedas con las que el S61 llegó a Turín ya no eran las de madera utilizadas en sus primeras carreras, sino de radios de acero más modernas.
La competición siempre ha inspirado el progreso tecnológico. El Fiat S61 Corsa empujó los límites de los medios hasta entonces disponibles y conocidos, haciendo grandes innovaciones técnicas y estilísticas que influyeron fuertemente en modelos posteriores. Las victorias sobre el terreno estadounidense así lo demuestran. Así que, si quieres conocer con más detalles como esta “bestia” con más de un centenar de años a sus espaldas volvió a la vida, dale al play.
Fuente: FCA Heritage
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