La genialidad de Leonardo Da Vinci (1452-1519) no radicaba únicamente en que fuese capaz de compaginar varias disciplinas a la vez (el arte, la arquitectura, la ciencia, la filosofía…), sino en que todas ellas destacó de tal manera que era un genio multiplicado en el cuerpo de una misma persona.
Un visionario que además ideó lo que posteriormente sería el helicóptero, los tanques de combate, el submarino e incluso podríamos decir, el coche autónomo.
Y es que aunque el desarrollo intensivo de la tecnología autónoma sea reciente, y a pesar de que hay un cierto consenso en poner como fecha del primer vehículo autónomo: 1984, en la Universidad de Carnegie Mellon de Pittsburgh. Da Vinci tiene algo que decir en todo esto.
Así pues, nos remontamos hasta hace más de medio siglo para analizar como el Carro Autopropulsado de Leonardo, consiguió en parte predecir lo que ocurriría muchos, muchos, años después.
En palabras de Paolo Galluzzi, reputado experto en la historia de la ciencia, y colaborador de la Fundación de los Premios Nobel, «dicho invento sería sin lugar a dudas una semilla de la posterior conducción autónoma».
Sería el propio Galluzzi, quien en 2004, supervisase el proyecto en el que varios ingenieros intentaron plasmar en la realidad los bocetos que tenía Da Vinci sobre el carro en cuestión. Y como no podía ser de otra manera, el carro acabó funcionando tal como preveía Leonardo.
Las dimensiones del invento de Da Vinci (1,68 de largo por 1,49 de ancho), no tendrían la finalidad de transportar personas, no obstante,su mecanismo de propulsión resulta históricamente interesante hasta el punto que podría considerarse también el primer automóvil de la historia. Una declaración con matices que dejaremos para otra ocasión.
Así que retomando al carro autopropulsado, su funcionamiento se basa en parte a la acción de los muelles ballesta que nivelan el movimiento y los mueles de espiral que consiguen generar el movimiento y desplazar el vehículo durante varios metros. Si fuese poco, Leonardo imaginó también la incorporación de un diferencial para manejar la trayectoria.
Sencillamente brillante.
Fuente: The Guardian, Wired