En la prueba a fondo del Mazda 3, acabamos definiendo a este compacto como elegante. Lo es en su exterior, que es diferente al resto de propuestas del mercado, evolucionando al diseño Kodo un paso más allá. También por dentro, con un habitáculo que rezuma calidad, tanto por los materiales empleados como la ejecución. Sin buscar apabullar con pantallas y tecnología, sino sentirse a gusto y que el conductor se centre en conducir.
La guinda del Mazda 3 e-Skyactiv-X la pone un equipamiento de serie con el que compensa el precio algo mayor que se paga por otros compactos generalistas. Eso sí, incluye elementos por los que hay que pagar un alto sobreprecio en coches de marcas premium. Eso sí, con su longitud exterior peca de plazas traseras pequeñas y maletero por detrás de sus rivales.
Pero lo mejor es, si cabe, conducirlo. Porque no es un coche que te lleve a los sitios, sino que es de los pocos que uno sigue llevando. No me malinterpretéis, no es un coche difícil de llevar, pero sí que requiere que uno se implique más en su conducción, sobre todo con el cambio manual.
El motor e-SkyActiv-X es una maravilla por suavidad y, con las mejoras introducidas en los últimos meses (de ahí la e inicial) gana algo de par y la conducción en circunstancias normales es más relajada. Tiene la etiqueta ECO y gasta poco. Muy poco para contar con 186 CV de potencia que, eso sí, sigue habiendo que buscarlos en la zona alta del cuentavueltas. Pero eso, a quienes nos gusta conducir… no nos importa.
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