Hay coches con los que tienes una relación especial. Es algo que a mi me ocurre con varios modelos, uno de ellos el Subaru Outback. He podido conducir diferentes generaciones (tres de las cinco que tiene a sus espaldas), con varios combustibles (diésel, gasolina y hasta gas). Y siempre me ha convencido lo bien que es capaz de hacer muchas cosas. El Outback 2021, también.
Obviamente, no todas. Sigue siendo un coche muy especializado, como vimos en nuestra prueba. Solvente fuera del asfalto (donde te sorprendes las velocidades que puedes alcanzar en pistas rotas sin sensación de peligro) gracias a su tracción total simétrica. Y un coche ideal para viajar, muy cómodo, espacioso y cada vez más tecnológico. Y con un maletero capaz, algo menos que otras alternativas de su tamaño para poder contar con una tracción integral permanente.
No es perfecto, porque ningún coche lo es. No tiene un comportamiento que pudiésemos catalogar como «deportivo», lastrado por un cambio automático de tipo variador continuo, ideal para conducir tranquilo y que casa a la perfección con las ayudas a la conducción de la marca… pero que se muestra poco reactivo en aceleraciones fuertes. A su favor, la fiabilidad que siempre han mostrado estos sistemas.
Tampoco le vendría mal un poco más de par y que gastase menos. Ambos porblemas se resolvían antes con el diésel, combustible que ya no se ofrece. La respuesta para los más ruteros vendrá con la versión de GLP, que en la generación anterior ya supuso el 65% de sus ventas. Pero desde luego, si quieres tracción total «de verdad» el coche siempre consumirá más. Y por todo lo que trae de serie, su precio no es ningún disparate.
Galería de fotos: