La RAE define la palabra hábito como «modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas». Para un buen porcentaje de la población, conducir es un hábito, una rutina que realiza día a día y en la que no pone mucha atención. Pocas veces se piensa en qué momento se va a pisar el freno, simplemente se hace de una forma muy instintiva.
Pero hay que reconocer que poner el ‘modo automático’ en la conducción no es buena idea. De este modo se pierden muchos detalles y el peligro de sufrir cualquier tipo de accidente aumenta considerablemente. Por eso vamos a hacer un repaso de algunos hábitos que se deberían emplear al volante. Al principio requerirá cierto tiempo para pensarlo y aplicarlo, pero con la práctica saldrán de forma automática.
Cambiar tu recorrido diario
La mayoría de gente tiene un trayecto diario estipulado. Llegar de A a B en X tiempo. Pero a veces es conveniente cambiar ligeramente esa ecuación. Si todos los días se realiza el mismo recorrido, se volverá monótono y disminuirá la atención prestada. Si por el contrario se cambia ligeramente el recorrido, el cerebro se mantendrá vigilante ante el nuevo trayecto y no se perderá detalle de la carretera.
Vigila la posición de tus manos
Desde siempre, en casi todas las autoescuelas se enseña que hay que coger el volante colocando las manos a las 10 y a las 2 (como si marcase las 10:10 horas). De esta forma se coge por los laterales, pero en una posición bastante elevada. Aunque últimamente esta manera se ha puesto en tela de juicio, sugiriendo que la posición ideal es con las manos más abiertas y abajo, a las 9 y a las 3. Esto permite maniobrar de una forma más natural y sin soltar las manos del volante.
Conduce como si llevaras una limusina
Un ejercicio interesante es el de conducir como si se llevara una limusina. Imagina que tu vehículo tiene unas dimensiones y un peso superiores a la realidad y que las inercias no deberían notarse en el interior. Con algo de concentración es fácil conducir con mayor suavidad, sin movimientos ni maniobras bruscas. También ayudará a anticipar las frenadas o los giros, lo que a su vez consigue que se eviten otros peligros potenciales.
Mira más adelante
En relación con lo anterior, siempre hay que llevar la mirada unos metros por delante de donde estamos. Cuando vas a cierta velocidad lo que pasa en tu capó no importa nada, hay que pensar en lo que hay enfrente, pues en décimas de segundo estaremos allí. Por eso es recomendable mirar incluso por delante del vehículo que nos precede, algo que dará más tiempo de reacción a nuestro cerebro y que podría salvarnos de algún accidente.
Controla la presión de los neumáticos
Ya hemos hablado de la importancia de llevar los neumáticos con la presión correcta. Este elemento es el que nos mantiene en contacto con la carretera y por eso su estado debe ser óptimo. En la mayoría de gasolineras hay un punto de inflado gratuito, por lo que no cuesta nada parar y revisar la presión semanalmente. De esta forma se podrán detectar posibles pinchazos antes de que vaya a más. También hay que tener en cuenta que la presión se reduce ligeramente con las bajas temperaturas
Revisa los retrovisores asiduamente
Cuando estamos conduciendo hay que poner todos los sentidos en ello y prestar atención a todo. Los retrovisores son unos grandes aliados, permitiéndonos ver lo que tenemos por detrás (y se acerca o alea de nosotros). Lo primero es tenerlos ajustados correctamente y lo segundo es mirarlos asiduamente, sin que pasen demasiados segundos sin hacerlo. Te ayudará a mantenerte atento y a poder prevenir movimientos.
Asegúrate del punto ciego al adelantar
Y uno de los momentos más importantes y en los que el retrovisor se convierte en clave es a la hora de adelantar. Los espejos de los coches tienen un punto ciego, y aunque muchos fabricantes tienen un avisador, siempre es más recomendable prevenir que curar. Antes de adelantar, vigila bien que el carril esté libre sin importar lo que digan los sensores. Y, por supuesto, el intermitente para señalizar las maniobras.
Que tu cuello no guíe tus movimientos
Como decíamos, es conveniente vigilar todo lo que tenemos alrededor. Esto hace que muchas veces nuestro cuello se desvíe ligeramente del frente. La tendencia de algunas personas es que sus manos se muevan hacia la dirección del cuello. Un gesto inconsciente que hay que vigilar y corregir. Es mejor separar el movimiento del cuello y de las manos para que no de lugar a situaciones peligrosas.
Preocúpate del cambio (incluso en automáticos)
Muchos usuarios prefieren una caja de cambios manual debido al mayor nivel de interacción con el vehículo y como es la conducción. Además, hay otra ventaja: es más difícil distraerse si se está cambiando constantemente. Esto también se puede extrapolar a las transmisiones automáticas, pues la mayoría tienen un modo secuencial, bien con la palanca o bien con levas en el volante. De esta forma se igualará la atención que se presta en un manual.
Orden a bordo
Aunque parezca que no tiene mucho que ver con la seguridad, tener un coche ordenado y limpio de objetos es de vital importancia. En caso de accidente o ante una fuerte deceleración, hasta un smartphone puede convertirse en un proyectil que puede causar grandes años. Por no hablar de esos objetos más pesados, que deberían ir asegurados y bien colocados para que no puedan alterar el equilibrio del coche.
Fuente – Thrillist