A pesar de que cada vez tenemos más claro que el futuro del automóvil pasa por apartarse de los combustibles fósiles, como la gasolina y el gasóil, e investigar nuevas formas de movilidad que impliquen la utilización de recursos más eficientes, por un lado, y más limpios y respetuosos con el medioambiente, por otro. Es por esto que últimamente la apuesta que muchos fabricantes hacen por el coche eléctrico o, incluso, por el hidrógeno va en aumento. No obstante, la realidad es que estas alternativas no terminan de asentarse en la sociedad.
El coche eléctrico, que es el que ha cogido mayor popularidad en los últimos años gracias al impulso que recibe en algunas ciudades del mundo como Berlín y algunos lugares de Estados Unidos, sigue sin ser atractivo para la mayor parte de la población. Y el principal motivo es que cuesta de media, 14.360 euros más que otro coche que utilice gasolina.
Según un estudio, rentabilizar un coche eléctrico hoy por hoy no es nada fácil. Para hacerlo habría que recorrer más de 20.000 kilómetrosal año y alcanzar los 220.000 a lo largo de los once años de vida con que cuentan un vehículos aproximadamente. A esto hay que añadir el siguiente gran impedimento que supone la escasez de puntos de recarga para coches eléctricos en la mayoría de ciudades del mundo, sin contar con Japón, el único país del mundo que ya cuenta con más puntos de recarga para este tipo de coches que gasolineras.
A día de hoy, sin subvenciones y ayudas como las del Plan MOVELE, es imposible que un conductor amortice la compra de un coche eléctrico. Sobre todo porque, al sobre coste que supone la adquisición de este vehículo, hay que añadirle el sobre coste que implica, además, la contratación de un seguro. En algunas compañías, un seguro con las mismas características es un 26% más caro para un coches eléctrico que para uno de gasolina.
Aunque las diferencias de consumo son abismales, los vehículos eléctricos gastan 0,75 euros por cada cien kilómetros por los casi 10 euros que cuestan los mismos kilómetros en uno de gasolina, y los costes de mantenimiento se reducen significativamente, de 2.600 euros aproximadamente que nos dejamos en un coche de gasolina por cada 150.000 kilómetros pasaríamos a gastar 1.500 euros.
Fuente: Europa Press