Todos podemos cometer algún error conduciendo, y damos por sentado que los segmentos con menos aciertos es el de los nóveles y el sector más anciano. De hecho, no son pocos los estudios que dicen que cometemos más fallos tras el volante a medida que envejecemos. Para muchos de nosotros, conducir es un aspecto importante para mantener nuestra independencia según nos hacemos más mayores. Pero aún siendo mayor, ¿significa que es momento de entregar las llaves?
Todos envejecemos de manera diferente, por lo que no existe un límite arbitrario en cuanto a cuándo alguien debe dejar de conducir. Sin embargo, los más mayores tienen más posibilidades de recibir multas de tráfico y tener accidentes que los conductores más jóvenes; al fin y acabo, tienen tiempo de mejorar. A medida que envejecemos, factores como la disminución de visión, los problemas de audición, unos reflejos motores más lentos y el deterioro de las condiciones de salud pueden convertirse en un problema.
El envejecimiento también tiende a resultar en una reducción de la fuerza, la coordinación y la flexibilidad, lo que puede rivalizar con tu capacidad para controlar un vehículo de forma segura. Por ejemplo: el dolor o la rigidez en el cuello pueden hacer que sea más difícil mirar por encima del hombro; el dolor en las piernas puede hacer que sea difícil cambiar el pie rápidamente del acelerador al freno; menos fuerza en los brazos puede dificultar un giro rápido del volante; y tus tiempos de reacción disminuyen como la atención.
De acuerdo con la investigación publicada por la Asociación Estadounidense de Psicología, en la revista en línea Neuropsychology, la entidad se analizó en 2011 a conductores mayores sanos y su desempeño dinámico en la vida real descubrió que casi todos los tipos de errores de manejo aumentaban con la edad, sin importar el historial de viajes de la persona en cuestión. El estudio examinó a 266 personas de 70 a 88 años sin signos de demencia, vivían solas y, conducían, al menos, una vez a la semana.
Los participantes recorrieron un recorrido de 12 millas (19,3 km) por calles urbanas y suburbanas en Brisbane, Australia, bajo la mirada pendiente de un instructor de conducción profesional y un terapeuta ocupacional en el asiento trasero calificando a los conductores con varios errores. No revisar los puntos ciegos fue el error más común, pero los investigadores también observaron desvíos de carril involuntarios y la falta de uso de los intermitentes (aunque es un mal endémico en cualquier edad).
El 17 % de los conductores cometió un error que provocó que el instructor de conducción tomara medidas, ya sea frenando o agarrando el volante. Además, los hombres no fueron mejores que las mujeres en las pruebas y los errores se cuadruplicaron desde los participantes más jóvenes hasta los de mayoredad. Eso no quiere decir que investigadores creyesen que la gente mayor deba tener restricciones para conducir, sino más control, capacitación y medios de transporte alternativos que velen por la seguridad de todos.
Veamos datos de nuestras carreteras y población. Todos los mayores de 64 años, conductores, pasajeros y peatones, se encuadran dentro del colectivo de vulnerables por la Dirección General de Tráfico (DGT), ya que a sus posibles pérdidas de aptitudes psicofísicas (visión, oído, reflejos, atención, etc.) hay que añadir un mayor riesgo de sufrir lesiones mayores, incluso fallecer, que una persona más joven, en un siniestro de características similares. De hecho, la letalidad de los siniestros con personas mayores se quintuplica.
Esto vendría a explicar por qué, aun cuando los mayores de 64 años representan el 19,6 % de la población española y el 16,5 % del censo de conductores, estos alcanzan el 26 % de los fallecidos en siniestros de tráfico. No podemos pasar por alto tampoco los datos de los peatones fallecidos, pues más de la mitad (el 51,6 %) y el 39,7% de estos, con heridas graves, tenían más de 65 años. Esto nos deja patente una vez más que son un grupo vulnerable sobre el que se debería prestar mucha atención y dedicar más esfuerzos y recursos.
“Las capacidades psicofísicas en los mayores hacen que tengan su reacción sea más lenta, tanto muscular como mentalmente, y, a la hora de pisar el freno, por ejemplo, no lo pueden hacer con la misma intensidad y rapidez que un joven. Lo mismo ocurre a la hora de interpretar lo que pasa en su entorno, como los deslumbramientos, que afectan más gravemente a conductores de más edad, con peor agudeza visual”, dice manifiesta el doctor Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (UV).
¿Cuál es la edad límite para conducir con garantías?
De acuerdo con la legislación española actual, el periodo de renovación y revisión para un permiso de conducir de tipo B son de 10 años hasta cumplir 65 años. A partir de este momento, hay que rehacerlo cada cinco años. El artículo 13 de la Ley sobre Tráfico tan solo hace referencia a las normas generales de conducción y al requerimiento de mantener siempre la atención, pero no a la edad “límite” del conductor: “el conductor debe estar en todo momento en condiciones de controlar su vehículo”.
Como tal, el piloto de un vehículo está obligado a mantener su propia libertad de movimientos, el campo necesario de visión y la atención permanente a la conducción, que garantizan su propia seguridad, la del resto de ocupantes del vehículo y la de los demás usuarios de la vía. A efectos, deberá cuidar especialmente de mantener la posición adecuada y que la mantengan el resto de los pasajeros, así como la adecuada colocación de los objetos o animales transportados para que no haya interferencias entre el conductor y cualquiera de ellos.
¿Qué podemos hacer para evitar errores fatales?
“No hay una solución única, sino múltiples y de distintos entornos”, dice Montoro. “Pretender reducir la siniestralidad de las personas mayores al volante solo con mejores reconocimientos médicos es ingenuo. Se han realizado estudios que destacan la necesidad de abordar factores múltiples, como el diseño y mantenimiento de las vías, la complejidad de las señales de tráfico, la iluminación, la antigüedad de sus vehículos o sus mayores dificultades para ver de noche”.
Es posible que haya conducido toda la vida y te sientas orgulloso de tu historial, pero a medida que envejeces, es fundamental que te des cuenta de que tu habilidad para conducir un vehículo puede cambiar. Puedes sentirte conmocionado o abrumado ante la perspectiva de perder parte de esta independencia, pero si mantienes tu mente abierta a nuevas posibilidades, aún puedes mantener un estilo de vida activo y gratificante. Porque conducir no es solo una cuestión de edad, sino también de mantener las capacidades y aptitudes, y de los factores externos.
Incentivar la renovación del parque automotriz es primordial: “La posibilidad de muerte en un siniestro con un coche de más de quince años de antigüedad es tres veces superior que con uno de menos de cinco años”, apunta el también presidente de honor de FESVIAL. Sabemos que un coche entrado en años puede ser fiable e incluso más entretenido de conducir, pero si hay una cosa en la que jamás podrán vencer es en el apartado de seguridad. Los métodos de fabricación y los propios materiales empleados han mejorado exponencialmente.
Mejora de las infraestructuras tanto en diseño del trazado, señalización horizontal y vertical más clara, incrementar la iluminación de puntos críticos y de tramos de concentración de accidentes, implementar medidas de contención y seguridad a modo que “perdonen” errores, y en definitiva que resulten “más amables y empáticas” para el usuario. Continuar desarrollando y mejorando herramientas tecnológicas que ayudan a detectar vehículos que circulan en contra dirección. Lo mismo con las intersecciones complejas, las salidas e incorporaciones a las vías.
Realizar exploraciones psicofísicasmás exhaustivas cada dos años al cumplir 70, acompañándolo con un programa de vigilancia de salud vial que contempla todas las capacidades necesarias para conducir con seguridad, véase la visión, la audición, los reflejos o la atención. En este sentido conviene resaltar que entre el 40 y 50 % de personas mayores de 65 años tiene prescrita una media de cinco medicamentos diarios, muchos de ellos incompatibles con la conducción.
Mayor implicación de los sistemas de salud y atención primaria para establecer un mínimo sanitario en material de seguridad vial por parte de profesionales (SAVIMA). “En países como Francia o Suecia, por ejemplo, si el médico de Atención detecta que hay un problema con un paciente o desarrolla una patología que puede afectar a la conducción, lo comunican a las autoridades primarias de tráfico, algo que en España no se hace”, señala Montoro. “Si no conocemos los riesgos y los peligros, el problema es muy grave”.
Según la proyección del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2068 podría haber en España más de 14 millones de personas mayores, casi el 30 % del total de una población que rozaría los 50 millones de habitantes. Y, posiblemente, la mayoría de ellos aún conducirán, lo que podría aumentar aumentada las cifras de siniestralidad. Pero “sin plantear quitarles sin más el carné de conducir, ya que, según sostiene la propia Organización Mundial de la Salud, no es la ley del todo o nada, sino ver la situación y estudiar cada caso”, puntualiza Montoro.
Fuente: FESIVAL, APA