Como tantos padres, he de llevar a mis hijos al colegio antes de acudir a trabajar. Hasta el curso pasado, llevaba al mayor, entonces de cuatro años, en coche. El ritual será conocido para muchos. Montas a tu hijo en el coche, llegas a un colegio en el que la mayoría de la gente intenta aparcar en la puerta, «malaparcas» unos minutos y dejas al crío en su clase. Después, llevaba el coche hasta una parada de metro, donde tomaba el transporte público para llegar a la oficina (ubicadas en pleno centro de Madrid, no es operativo ni económico acercarse en vehículo privado).
El curso pasado, unos cuántos padres decidimos que era hora de cambiar de hábitos y llevar a nuestros hijos al colegio andando. Nos sumamos a una iniciativa coordinada por la Junta Municipal, que nos proporcionó unos petos amarillos con la leyenda Camino escolar y nos coordinamos enter nosotros por Whatsapp. Todo el año los niños fueron andando al colegio. Van más despiertos y conocen otros niños de otras edades, vecinos que de otro modo no conocerían. Y no son Gremlins que no puedan mojarse: los días de lluvia llevan un paraguas y listo (de hecho, son los días con más diversión).
Seguimos siendo una minoría. Lo demuestra el hecho de que viniesen incluso a hacernos un reportaje. Es comprensible, ya que no todo el mundo dispone de flexibilidad horaria en sus trabajos, máxime en una ciudad tan grande como Madrid. Y no todos los niños van al colegio en el mismo barrio donde viven, algo que también hay que tener en cuenta.
Sin embargo, creo que es una experiencia positiva. Los niños se divierten y lo demuestra el hecho de que la ruta a pie es cada vez más concurrida. Y también ganan autonomía. A medida que pasa el tiempo es común que padres dejen a sus hijos en este particular «pedibús» (salvo los más pequeños) para que ellos vayan solos. Como íbamos muchos de nosotros cuando teníamos su edad.
Todo esto lo cuenta alguien a quien le encantan los coches, que disfruta conduciendo y que ha tenido la suerte de ganarse la vida escribiendo de una de sus pasiones. Pero que también es consciente de que no debemos hacer todo en coche. Y viendo los estudios sobre polución, ir al colegio con tus hijos en un vehículo de combustión (los coches eléctricos se salvarían), es una de esas cosas a evitar.
Ahí van unos datos que ponen los pelos de punta: La Organización Mundial de la Salud (nada de ecologistas radicales) estima que el 90% de los españoles respira más contaminación de los límites aceptables y su esperanza de vida puede acortarse hasta dos años. La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA) atribuye a la contaminación la muerte prematura de 30.000 personas en nuestro país.
Terrible, ¿verdad? Pues es todavía peor en el caso de los niños: diversas investigaciones indican que respirar aire contaminado, además de causar enfermedades respiratorias y cardiovasculares, ralentiza el desarrollo cognitivo de niños. Te dejamos unos enlaces a unos cuántos estudios (en inglés), que lo demuestran:
- 2008: Inflamación de cerebros en niños en Ciudad de México debido a la contaminación. Puedes leerlo aquí.
- 2010: Una investigación financiada por el Consejo Europeo de investigación (ERC) descubre que las partículas finas que genera el tráfico obstaculiza el desarrollo cerebral. El investigador principal era Jordi Sunyer, que ha publicado otras investigaciones al respecto, que puedes leer aquí.
- 2014: Aumento en la incidencia de autismo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, dislexia, por contaminación atribuible al tráfico. Lo firman investigadores de la Universidad de Harvard.
- 2015: El desarrollo cognitivo de los niños que van al colegio en zonas de alta contaminación es más lento, según un trabajo publicado en PLOS Medicine.
Los efectos de la contaminación en los niños es más importante ya que su cerebro está aún desarrollándose. Afecta también a los fetos cuyas madres respiran aire contaminado, según estudios de la Universidad de Columbia.
Y, pese a todo, vemos que los coches siguen agolpándose a la entrada de los colegios. Los planes de las ciudades para detener la contaminación no tienen en cuenta estos espacios, o los parques, donde más población infantil se concentra y para los que los científicos piden actuaciones especiales que los proteja mínimamente.
¿Qué puedes hacer tú?
Lo mejor es intentar no usar el coche en los entornos donde hay niños. Obviamente, no todo el mundo puede permitirse no llevar en vehículo privado a sus hijos al colegio, pero quizá sí aparcar un poco más lejos del colegio (100 o 200 metros), no en la misma puerta. También evitar actitudes muy frecuentes, como esperar al niño a escasos metros de la entrada del colegio… y tener el motor encendido 10-15 minutos para poder contar con calefacción o aire acondicionado. Sí, hay personas que lo hacen… todos los días.
Conocidos a los que les he contado mi experiencia llevando a mis hijos al colegio andando me indicaban que no dejaban de estar expuestos a la contaminación, si cabe más que en el coche, ya que allí cuentan con el filtro del habitáculo para protegerlo.
Pues no. En 2014 un grupo de políticos británicos realizó un experimento que lo certificaba. Armados con medidores de aire, cuando atravesaban la ciudad en coche estaban expuestos hasta a 10 veces más contaminación que si hacían sus desplazamientos a pie.
Obviamente, es mejor ir andando por vías de poco tráfico (la vegetación urbana, sobre todo los arbustos, es una barrera muy eficaz contra los contaminantes), pero los sistemas de ventilación del vehículo absorben lo que sale del tubo de escape del coche de delante y lo envían directamente a las fosas nasales de los pasajeros. Este estudio publicado en Science Direct también certifica lo mismo, la mayor exposición dentro de los coches (sobre todo si el precendente está muy cerca) y que hasta los ciclistas son menos vulnerables a las partículas que los que viajan dentro de un coche.
¿Te he convencido?
Fuente: Agencia SINC, The Guardian
Foto: AMPASBC