Aunque son numerosos y diversos los factores que intervienen en el porcentaje de siniestralidad, distraerse durante la conducción provoca los índices más elevados. Situaciones tan triviales como hablar por el móvil, conversar con otros pasajeros o manipular la radio, reducen la atención de forma considerable. Además, la falta de sueño, las comidas abundantes o la ingesta de alcohol, antes de iniciar el trayecto, disminuyen los niveles de percepción e influyen negativamente en el grado de atención.
Los datos hablan por sí solos ya que, según informe de la DGT, las distracciones provocan el 34% de los accidentes en nuestro país. Sin embargo, los conductores perciben otras causas: consumo de alcohol, drogas o infracciones, como responsables de los índices de siniestralidad, restando importancia a la distracción (datos aportados por la IX Encuesta RACC de Movilidad y Seguridad Vial).
Por tanto, concienciar al conductor del potencial riesgo que representa la distracción, otorgándole la importancia real que conlleva, podría ser un importante elemento disuasorio. También es importante subrayar que, además de poner en riesgo la seguridad, la Ley de Seguridad Vial considera infracción grave utilizar el teléfono móvil durante la conducción o cualquier dispositivo que interfiera en la atención. La penalización conlleva la pérdida de 3 puntos del permiso de conducir y una sanción que oscila entre 91 y 300 euros.
Esta restricción también contempla la utilización de otros aparatos audiovisuales como monitores de televisión o reproductores de DVD, ya que disminuyen la capacidad de atención. Quedan exentos los navegadores GPS por estar considerados como una herramienta útil durante la conducción.
Comer mientras se conduce o fumar son actividades que la misma ley no hace referencia pero implican desviar la atención. Distraerse, durante unas décimas de segundo, supone la gran diferencia entre llegar o no llegar a nuestro destino. La única clave es mantener la atención al volante.
Fuente | Revista RACC