El tiempo no perdona y eso es aplicable tanto a las personas como a sus automóviles. Si ya ha pasado tiempo desde que adquiriste tu preciado vehículo nuevo es posible que su pintura no presente el mismo estado inmaculado, aunque no haya sufrido golpes y aunque el mantenimiento haya sido correcto. Simplemente la exposición a agentes externos como el sol, la lluvia o el viento puede haber causado cierto deterioro. Por eso podría ser buen momento para pulir la carrocería del coche.
Con este proceso se pueden conseguir resultados muy positivos en el exterior del vehículo. Un pulido ejecutado de forma correcta consigue eliminar una fina capa de barniz que es la encargada de proteger la pintura del coche. La clave es pulir lo justo para conseguir eliminar los desperfectos causados por el desgaste sin llegar a dejar la pintura sin protección. De esa forma se conseguir que la carrocería quede brillante y sin imperfecciones, casi como el primer día.
Para pulir la carrocería del coche lo primero que hay que hacer es una limpieza a fondo del exterior y un posterior secado. De esta forma se conseguirá quitar cualquier tipo de suciedad o polvo que arruinaría el pulido. También es muy importante utilizar un buen equipo que se adecúe a las necesidades requeridas. Hay máquinas de alta potencia que es más recomendable que sean utilizadas por profesionales, pero también hay pulidoras de plato redondo menos potentes y más utilizables para la gente sin experiencia.
Una vez se ha elegido la máquina también es necesario seleccionar un pulimento o polish, el producto que vamos a aplicar sobre la carrocería del coche. Hay distintos tipos en función de lo que se busque. Llegados a este punto, hay que decir que hay también varios tipos de esponja para la pulidora. Para comenzar el proceso hay que escoger el polish más grueso y la esponja de corte. Se comenzará con aplicando el producto sobre el coche y apoyando la esponja de modo que cuando comience el pulido no se haga contacto con la esponja seca.
Ya es momento de encender la pulidora y comenzar a extender el pulimento a una velocidad media y sin hacer demasiada presión. Es recomendable empezar con una superficie no demasiado grande e ir trabajando de forma paralela a la carrocería con movimientos que vayan abarcando toda la zona. Cuando se haya terminado es recomendable dejar secar unos segundos y retirar el producto restante con un trapo de microfibras.
Con la primera pasada ya se apreciará una mejora considerable, pero solo con el corte podría quedar un acabado mate. Por eso es recomendable repetir el proceso con un pulimento de grado medio y una esponja de pulido normal. Los pasos se siguen de la misma forma y con esta pasada ya se consigue sacar un brillo más notable. Tras dejar secar toca rematar la jugada con el polish y la esponja de acabado, el último paso para pulir la carrocería del coche y dejarla casi como nueva.