Si hay algo que disfrutamos especialmente en nuestras rutas diarias en coche es de un tráfico ligero. Que esté todo bien estructurado y ordenado para que podamos llegar a nuestro destino con la mayor brevedad y menor estrés posible. Para pacificar un poco más la convivencia entre ciclistas y coches, y los demás usuarios de la vía pública, llegan a España las llamadas rotondas holandesas.
Lo primero de todo, ¿por qué “holandesa”? En pocas palabras, por su uso está muy extendido en países centroeuropeos como los Países Bajos o Dinamarca, donde la bicicleta es un medio de transporte increíblemente popular. Consiste en una glorieta que añade un carril bici en el extremo exterior que da prioridad de paso a los ciclistas que circulan en ese carril. Por lo tanto, es normal que dicha rotonda pretenda incrementar la seguridad del tránsito de los ciclistas.
Para que esta rotonda opere de forma ideal, debe haber cierto compromiso entre los ciclistas y los conductores. Antes de llegar al carril bici, como conductores deberemos estar pendientes si hay algún ciclista que pueda cruzarse en su camino. En caso afirmativo, este último tendrá la preferencia, habrá que reducir la velocidad y detenernos si fuera necesario, y cederle el paso en consecuencia como marca una de las últimas medidas de la Dirección General de Tráfico.
Una vez el carril bici y el de los demás vehículos a motor esté liberado, se puede entrar en la rotonda para coger la salida que más nos convenga. Recuerda, todos los ciclistas que quieran cruzar por delante nuestra al momento de afrontar la glorieta tienen prioridad sobre nosotros. Y eso suena muy bonito sobre el papel, pero no tanto en la práctica, dado que se entorpece la circulación a un ritmo mucho más lento gracias a los pasos de peatones extra para ciclistas.
Al menos es una forma de regularizar el tráfico entre vehículos a motor y ciclistas, escena que puedes encontrar en una transitada ciudad y sus innumerables y tediosas intersecciones. Sí, es todo un poco más lento. Sin embargo, reducir la velocidad en virtud de un paso seguro para los ciclistas mitiga sustancialmente el riesgo de accidente, ya sea por un toquecito o por un golpe fatal sobre cualquier Vehículo de Movilidad Personal (VMP) autorizados a utilizar el carril.
Por supuesto, se hacen necesarias premisas como un carril bici acondicionado que garantice la seguridad de sus circulantes, así como un poco de empatía y sentido común por parte de los conductores. Estas dos virtudes no se han alcanzado en las primeras rotondas holandesas instaladas en Bilbao. ¿La razón? Simple: la gran mayoría de los conductores no saben que es el ciclista quien tiene preferencia siempre. En Logroño, sin embargo, parece que la incorporación ha sido más sencilla.
Fuente: Motorpasion, Autobild.es