Cuando la crisis más duro aprieta y no hace más que cobrarse víctimas, también entre las marcas automovilísticas, resulta que hay un segmento del mercado donde la recesión suena muy lejana, nos referimos al de los superdeportivos, cuyas tarifas finales se sitúan muy por encima del millón de euros.
Después de haberos mostrado toda la información sobre sus más directos competidores, el Ferrari “LaFerrari” y el Lamborghini Veneno, ha llegado el momento de hablaros del McLaren P1 que, a pesar de su espectacular aspecto, quizá sea el que menos expectación ha levantado en el salón ginebrino, pues los de Woking habían filtrado casi por completo todos los aspectos de su “bestia”, incluso presentado un prototipo prácticamente definitivo en el la pasada edición del Salón de París, el pasado mes de septiembre.
No se aprecian grandes diferencias con el prototipo, conservando el revolucionario chasis monocasco de fibra de carbono, que forma una estructura integral, incorporando, a su vez, el techo del vehículo, la toma superior de admisión de aire (otro elemento inspirado claramente en su antecesor, el McLaren F1), el receptáculo de las baterías y el del motor eléctrico.
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Si el conjunto motriz ha supuesto un notable número de horas de ingeniería, no menos han sido necesarias para desarrollar todo el aspecto aerodinámico. Se incorporan elementos que actualmente están prohibidos en la máxima categoría del automovilismo, y que hace décadas supusieron un incremento prestacional fundamental en aquellos bólidos.
Nos referimos, evidentemente a la aerodinámica y a las suspensiones activas. En el primer caso se trata de optimizar al máximo los flujos de aire que rodean y atraviesan el vehículo, de tal manera que el alerón posterior puede ascender hasta 120 mm cuando se circula por carretera, y hasta 300 mm cuando se hace en circuito, para aprovechar al máximo la carga aerodinámica generada.
Han tenido lugar numerosas horas de test en el túnel de viento que utiliza habitualmente el equipo de Fórmula 1 de la marca, y al final los resultados obtenidos permiten generar 600 kg de carga aerodinámica adicional a 257 km/h (una velocidad notablemente inferior a la máxima que es capaz de rodar este McLaren P1).
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Además gracias a las suspensiones activas de tipo hidroneumático, arriba mencionadas, el chasis del superdeportivo británico puede bajarse hasta 50 mm en el modo Race, maximizando el conocido “efecto suelo”, con el fin de alcanzar el máximo nivel prestacional en circuito, endureciendo las suspensiones hasta en un 300%, permitiendo al McLaren P1 girar en las curvas con una aceleración lateral de hasta 2 g.
La regulación es total, pudiéndose variar la configuración del motor, mediante los controles correspondientes, con los modos E-mode / Normal / Sport / Track y Race. Lo mismo ocurre con el chasis, que dispone de diferentes posibilidades: Normal / Sport / Track y Race. ¿Habrá que realizar un curso avanzado para aprender a manejarlo?
Al igual que ya ocurriera en su momento con el legendario McLaren F1, la forma de garantizar su exclusividad con el devenir de los años se basa en una corta producción, de forma que el precio para hacerse con una de las escasas 375 unidades que se van a realizar superará con mucho el inicialmente previsto de 1.002.789 euros (866.000 libras esterlinas). El vehículo se entrega totalmente listo y equipado para su uso convencional y en circuito, lo que no quiere decir que un usuario aún más caprichoso (si no lo es ya por el hecho de adquirir un vehículo de estas características) puede personalizarlo recurriendo a los servicios ofrecidos por McLaren Special Operations.
McLaren P1. Motor
Lo primero que nos llama la atención es su grupo motopropulsor híbrido. Por un lado cuenta con una evolución del conocido V8 de 3.799 centímetros cúbicos y doble turbo, ya visto anteriormente en el McLaren MP4-12C, pero llevado ahora hasta su máxima expresión, con 737 CV de potencia máxima a 7.500 rpm y un par máximo de 720 Nm a 4.000 rpm. Por si no fuera suficiente, en un considerable alarde tecnológico fruto de su experiencia en la Fórmula 1, se le hace trabajar conjuntamente con un motor eléctrico ultraligero que produce nada menos que 179 CV adicionales y un par máximo de 260 Nm.
Gracias a la acción combinada de ambos propulsores las cifras finales alcanzan proporciones épicas, con una potencia máxima de 916 CV y lo que es casi tan importante, un par máximo de 900 Nm desde apenas las 4.000 rpm, lo que garantiza unas aceleraciones propias de un auténtico dragster.
Mediante la implementación de los sistemas Instant Power Assist System (IPAS), similar al KERS, y al Drag Reduction System (DRS), ambos heredados de la Fórmula 1, la aceleración de 0 a 100 km/h se realiza en menos de 3 segundos, de 0 a 200 km/h en menos de 7 segundos, y de 0 a 300 en menos de 17 segundos.
Por su parte la velocidad máxima está limitada electrónicamente a 350 km/h. Según la información facilitada, las emisiones de CO2 no llegan a los 200 g/km cuando ambos motores funcionan conjuntamente.
Si es solamente el propulsor eléctrico el que se encarga de mover a este McLaren P1, entonces no se producen emisiones nocivas y la autonomía se establece en aproximadamente 10 kilómetros, con velocidades de hasta 160 km/h, lo que resulta ideal, por ejemplo, para desplazarse por el centro de los cascos urbanos y zonas libres de emisiones. Cuando la batería se vacía, el motor de gasolina entra automáticamente en funcionamiento para cargarlas, manteniéndose el mismo rendimiento que cuando sólo se utiliza el motor eléctrico, restringiendo electrónicamente el poderío de su motor V8 turboalimentado.
Todo este tremendo potencial ha de ser transmitido eficientemente al suelo a través de una caja de cabios robotizada SSG de 7 velocidades y, sobre todo, de unos neumáticos de altísimas prestaciones desarrollados para la ocasión conjuntamente con Pirelli (actual proveedor exclusivo de los monoplazas de Fórmula 1). Estos Pirelli P Zero Corsa se presentan en medidas 245/35 ZR19, para el tren delantero, y 315/30 ZR20, para el trasero, sobre llantas ultraligeras de dimensiones 19” x 9”J y 20” x 11.5”J, respectivamente.
Pero igualmente importante que obtener aceleraciones fulgurantes lo es poder detener un “monstruo” de tal nivel prestacional, para ello McLaren ha confiado en el especialista Akebono, que ha diseñado un completo sistema de frenos carbonocerámicos de última tecnología (con componentes solo disponibles hasta ahora en la industria aeroespacial) que disipa de manera más eficaz el enorme calor producido por la fricción, garantizando un enorme poder de retención, sean cuales sean las circunstancias.
Desde la firma de Woking aseguran que su capacidad de frenada es similar a la de un GT3 o a la de un prototipo de resistencia que participe en Le Mans. Estéticamente el resultado es completamente diferente a lo visto hasta ahora, con un acabado final en espejo, muy atractivo.
Fuente: McLaren
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