La venta de coches eléctricos va avanzando con firmeza (a un ritmo mejor en unos países que en otros) y nos da una idea de cómo será el futuro del sector. Sin embargo, también trae nuevas consecuencias que probablemente no habían sido tenidas en cuenta por la mayoría. Ahora vemos un estudio que dice que los accidentes de los eléctricos salen más caros que en el caso de vehículos de combustión. También que se dan en mayor proporción por algunos motivos que parecen tener cierta lógica.
Esas conclusiones saca la aseguradora AXA, que ha llevado a cabo unas pruebas de choque para ver los daños que se generan en un coche eléctrico y también en uno de combustión tradicional. También ha cotejado su base de datos para sacar algunas conclusiones de la electromovilidad desde el punto de vista de una empresa de seguros. Hablaban de que en la actualidad había una mayor proporción de accidentes en eléctricos porque los conductores no están acostumbrados a conducirlos.
La entrega instantánea de par, que es muy elevado en algunas ocasiones, hace que los usuarios tengan que adaptarse a su conducción. Las aceleraciones bruscas e incontroladas, entre otras cosas, hacen que los coches eléctricos registren un 50 % más de colisiones con daños propios que los vehículos de combustión. También está la cuestión del incremento de peso que supone la batería, cifrada en alrededor de un 25 %, lo que hace que cambie el comportamiento del vehículo.
Para ver cómo afecta un accidente, AXA hizo unas pruebas de choque que simulaban la entrada en una rotonda a velocidad excesiva y con vuelco incluido al pasarla por la mitad y encontrarse un resalto. Las conclusiones fueron claras. En ambos casos el habitáculo permanecía intacto y los ocupantes no sufrían apenas daños. Sin embargo, a nivel económico, los desperfectos en el eléctrico son mayores. Los bajos son el talón de Aquiles debido a que la batería no siempre está demasiado protegida en esta zona y es el elemento más caro.
Si la batería está dañada, puede haber un mayor riesgo de incendio, además ya hemos visto que son más difíciles de mitigar los de éste tipo. La segunda prueba fue un choque frontal entre un Volkswagen Golf de combustión y su versión eléctrica, e-Golf, de la anterior generación para comprobar lo de la diferencia de peso. En este caso, con 400 kg adicionales, el eléctrico gana la partida y causa daños mayores en el de combustión, que sufre daños en la carrocería más severos. En ambos casos, los ocupantes estuvieron bien protegidos y no sufrieron lesiones, pero si el choque fuera contra un coche más antiguo o sin tantos sistemas de seguridad podría cambiar la historia.
Fuente: AXA
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