Cuando pensamos en los coches de antaño, de esos que aún no equipaban modernidades como cierre centralizado o airbags, seguramente nos vienen a la cabeza máquinas donde el diseño preponderaba sobre todas las cosas. Desde entonces y siempre, un coche entra por la vista en mayor o menor medida, razón por la que se suelen adornar con florituras. Si bien ahora la tendencia son formas innecesariamente complejas y tomas de aire falsas, antes ese lugar lo ocupaba el cromo.
El cromo se utilizaba para destacar el lujo que suponía tener un vehículo, y estaba presente a lo largo de toda la carrocería, desde el marco de los faros y las ventanillas, hasta el centro de las ruedas y los parachoques. Componentes cuyos diseños han evolucionado con el paso de los años y poco se parecen a lo que pululaban en las primeras décadas de la automoción. Pero había una pieza que, sin duda, lograba conseguir una sensación de coche premium que ninguna otra lograba conseguir: el adorno del capó.
Con la llegada de la quinta generación del Mercedes-Benz Clase C (W206), la firma alemana ha dado por finalizada parte de su esencia original, la estrella de tres puntas sobre el capó de sus coches. Este característico elemento ha estado presente en sus modelos desde los años 20, cuando Daimler y Benz se fusionaron. Normalmente, cuando un elemento pasado de moda desaparece del mercado, es porque un sustituto mejor en todos los aspectos ha llegado para quedarse. ¿Aquí se cumple el supuesto?
Los adornos del capó son como la mascota oficial de un coche. No tienen ningún propósito aparte de ofrecer arte y una identificación visual asociada, pero el adorno del capó siempre ha sido importante. Por ejemplo, tanto egipcios como romanos decoraban sus carros con piezas de orfebrería y talismanes, que generalmente tenían un propósito místico y estético. Los íconos de dioses o símbolos de animales que transmitían fuerza y buena suerte estaban pegados en algún lugar de estos vehículos con ruedas.
¿Por qué? En parte para lograr lo que representaba el ícono, pero también para recordarle al dueño del carro que encarnara esa representación. Por tanto, integrar imágenes de índole similar sobre el capó, o más bien en la tapa del radiador cuando los motores de combustión interna aún no eran lo demasiado avanzados, tenía cierto sentido. Esas tapas del radiador expuestas eran visibles en esos vehículos tan precarios, siendo una forma de verificar la temperatura del vapor de agua y evitar el sobrecalentamiento.
Pero cuando casi cualquiera podía levantar una empresa automotriz y había toneladas de nombres diferentes, el adorno del capó era una manera agradable y fácil de identificar la marca. Fueron populares en las décadas de 1920, 1930, 1940 y 1950, y muchos fabricantes los colocaron en sus vehículos. En los años 20, los anuncios de Mercedes-Benz enfatizaron el adorno de su capó como el “producto de fama mundial de las fábricas de automóviles más antiguas del mundo”, y como la última expresión del lujo.
Sin embargo, las regulaciones introducidas en los Estados Unidos para todos los vehículos vendidos como model year 1968 significaron la desaparición de estos adornos fijos del capó. Las versiones posteriores presentaban unidades montadas de manera flexible (con muelles) diseñados para plegarse sin romperse en caso de impacto. En Europa se demoró la misma decisión hasta 1974, teniendo de adaptarse las distintas compañías a las regulaciones que el Viejo Continente acabaría imponiendo a todos por igual.
Poco a poco, los adornos de capó comenzaron a eliminarse porque son un peligro para los peatones. Piénsalo, no es lo mismo ser atropellado por una superficie más o menos lisa, que por una con un puntiagudo saliente que se te puede clavar en el cuerpo. Si bien Jaguar pudo mantener su mascota durante un tiempo, Mercedes-Benz ha sido la única marca premium-generalista que la ha mantenido, hasta ahora. Tan solo Rolls-Royce y Bentley las equipar en el momento de escribir estas líneas, y no está siendo fácil.
Quitando los efectos adversos en caso de impacto, los adornos de capó eran un pequeño detalle del que uno podía estar orgulloso, un símbolo de estatus, una expresión artística en forma de emblema que ha decorado innumerables vehículos a lo largo de la historia, y que muchos de ellos quedarían “desnudos” sin él.
Fuente: Jalopnik