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Marta Lorenzo

Alejandro De Tomaso: el argentino que triunfó en Italia

Alejandro De Tomaso nació en Buenos Aires el 10 de julio de 1928, bajo el seno de una familia noble. Su madre era miembro de una de las dinastías más ricas de Argentina y su padre fue un conocido político de renombre, que incluso llegó a ocupar el cargo de ministro de Agricultura. Por ello, Alejandro siempre tuvo una infancia cómoda y estudió en las mejores escuelas.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, trabajóen el diario Clarín donde escribía en la sección de Economía, a la vez que empezaba una militancia en el partido conservador. Esto le conllevaría poco después importantes problemas durante el gobierno peronista, hasta que, finalmente en 1955 tiene que abandonar precipitadamente su Argentina natal e irse a Italia, donde redescubriría su pasión por las carreras automovilísticas y los motores. No obstante, esta pasión por el mundo del motor ya le venía de mucho tiempo atrás. De Tomaso tenía su propia avioneta y, en varias ocasiones, participó como piloto en carreras tan importantes como las 24 Horas de Lemans o los 1.000 kilómetros de Buenos Aires.

Ya en Italia rápidamente consiguió trabajo en Bologna como piloto de pruebas de OSCA, la escudería de competición creada por los hermanos Maserati. En esa etapa conocería a su mujer, Elizabeth Haskell (nieta de William Durant, uno de los fundadores de General Motors). Poco después, a principios de los años 60, Alejandro De Tomaso abriría una nueva escudería como trampolín para construir sus propios vehículos de carreras; nacía así el primer Taller De Tomaso Automobili. El primer coche que construyó pensado para competir, bautizado como Isis, fue un Fórmula 2, cuyo motor fue cedido por los hermanos Maserati. Este vehículo, a pesar de sus problemas y limitaciones mecánicas, fue todo un éxito y rápidamente recibió hasta quince órdenes de diferentes escuderías privadas para comprar un Isis.

Vallelunga, el primer coche de De Tomaso

A principios de los 70, el nombre De Tomaso firmaba una serie de vehículos de Formula Junior y de categoría Sport. Entre 1962 y 1963, tuvo una gran crisis y pasó a pertenecer a MV Augusta. Alejandro encontraría poco después un nuevo socio en Ford, que le suministraría un cuatro cilindros de casi 1.500 centímetros cúbicos orientado a la motorización del primer coche De Tomaso de carretera, el Vallelunga, una mezcla entre un gran turismo y un coche de carreras, que conformaba un coupé de dos plazas y tenía motor de Ford. La carrocería fue obra del propio argentino y sólo se fabricaron 50 unidades.

Camino del éxito

En los siguientes tres años, se presentaron otros prototipos de competición, mientras que, en 1966, llegaría uno de los primeros vehículos de leyenda, el Mangusta, cuyo diseño estuvo a cargo de Giorgetto Giugiaro y poseía un motor Ford de 4,7 litros y 306 caballos que alcanzaba los nada despreciables 250 Km/h. El éxito que tuvo Mangusta empujó a De Tomaso a crecer y en 1969 compró las carrocerías Ghia y Vignale.

Al mismo tiempo, De Tomaso fue convocado por Lee Iacocca para colaborar en el diseño del Ford Mustang, siendo este último, quien le presentaría ante Henry Ford II, que soñaba con la velocidad y el diseño de los deportivos italianos. Por eso, y tras varios fracasos en sus intentos de comprar Ferrari y Lancia, Ford II llegó a un acuerdo con Aleandro De Tomaso para adquirir el 80% de las empresas del argentino, adquiriendo también los derechos de distribución en Norteamerica, mediante la denominada red Lincoln-Mercury. El primer coche creado de esta sociedad fue el Pantera, uno de los vehículos más famosos de la marca.

El Pantera supo mantenerse en el tiempo gracias al rediseño que efectuó a principios de los 90 Marcello Gandini, el diseñador de vehículos como el Lamborghini Diablo, el Maserati Shamal o el Ghibli. Cuando, su producción cesó definitivamente en 1955, se habían vendido 9.200 unidades del modelo Pantera en todo el mundo.

Gran parte de este éxito posterior se logró gracias a la rápida penetración que consiguió Ford II de los vehículos De Tomaso dentro del mercado americano, y que tenían motor Ford. También ayudó el hecho de que uno de sus primeros propietarios fuera Elvis Presley.

El ocaso de la marca De Tomaso

Con dinero fresco debido al éxito del Pantera, De Tomaso encaró entonces el negocio de las dos ruedas y en 1972 compró Moto Guzzi. Sin embargo, debido entre otros factores a la crisis del petróleo, esta nueva aventura empresarial no le fue muy bien y, poco después, volvería al mundo de los coches deportivos.

Años más tarde, aprovechando la pésima situación por la que pasaba Maserati, Alejandro De Tomaso compró el 30% de la compañía a una Citroën que estaba ya en decadencia y el resto quedó en manos del estado italiano, en un intento por evitar que el despido de sus 900 trabajadores. Sin embargo, un año más tarde, De Tomaso tomaría una cuestionada y controvertida decisión y, a espaldas del Goberno italiano, despidió a la mitad de la plantilla.

Aunque la marca del tridente no logró despegar totalmente en manos de Alejandro, el argentino hizo un buen negocio unos años después al vendérsela a FIAT. Durante la década de los 80, De Tomaso se dedicó a realizar pequeñas evoluciones del Pantera y a ensayar nuevos negocios con firmas como Innocenti. En julio de 1990 nacería el Biguá, un deportivo que nunca llegó a estar a su altura en ningún aspecto. Los negocios entraron entonces en una pendiente y, además, Alejandro De Tomaso sufriría un derrame cerebral en 1993. Sobrevivió con una parálisis y, finalmente, murió el 21 de mayo del 2003.

Los planes para relanzar la marca De Tomaso suenan cada cierto tiempo. El tiempo dirá si fructifica y volvemos a ver estos pura sangre por las carreteras de todo el mundo.

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