Todos relacionamos a la soja con un uso alimenticio, pero puede usarse de otros modos. Hace años ya veíamos cómo, en el mundo de la automoción, sirven desde para fabricar neumáticos a espumas para los asientos. Y ahora nos llega la noticia de que se usa la soja para prolongar la vida útil de las carreteras asfaltadas.
Para conseguir que el asfalto sea más flexible y, por lo tanto, menos propenso a agrietarse, se le agrega un caucho sintético llamado polibutadieno. Pero el caucho, además de escasear, es cancerígeno y el proceso mediante el cual se obtiene no es muy ecológico. Conociendo esos inconvenientes, los científicos de la Universidad Estatal de Iowa apuntaron a la soja como alternativa… y desarrollaron un proceso para convertir el aceite de soja en un biopolímero que imita al rendimiento del polibutadieno.
El proceso de producción inicialmente fue poco práctico, ya que requería que el aceite pasase por tres reactores durante un período de 24 horas. Ahora, en un proceso llamado Poly100, los lotes del biopolímero se producen en unas pocas horasm en un solo reactor. Según los investigadores de la Universidad, no se producen compuestos orgánicos volátiles y no se desperdicia nada de aceite.
Ojo, que ya se comercializa este biopolímero, con el nombre comercial de BioMAG. Y varias variantes, desde una para asfalto virgen, a otra que permite usar mayores cantidades de asfalto reciclado en las carreteras pasando por otra especial para tejas de asfalto (las más usadas en Estados Unidos).
A simple vista cualquiera podría pensar que el cultivo de soja es más ecológico comparado con la extracción de petróleo necesaria para los materiales derivados del hidrocarburo, pero también hay efectos ambientales. Y es que la mayoría de la soja mundial se cultiva en Brasil, donde se talan grandes áreas de selva tropical para las plantaciones. Y luego, el envío desde el país sudamericano contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Fuentes: Iowa State University, SoyLei Innovations