El BMW Z3 fue capaz de unir la ya languideciente fórmula del deportivo británico clásico: dos plazas en un habitáculo retrasado para acoger en el vano un motor longitudinal justo por detrás de las ruedas delanteras. Un propulsor que enviaba su fuerza a las ruedas traseras, lo que unido a un peso contenido y una perfecta distribución del mismo (50/50), conseguían un conjunto muy bien resuelto para ser conducido. Y la idea se mantiene 25 años después con el actual del Z4.
Muchos dirán que esta fórmula ya la revivió el Mazda MX-5 unos años atrás (1989), y no están equivocados en absoluto. Pero la firma de Múnich quiso aportar un toque más premium, con un interior mejor terminado y una puesta a punto que no solo resultaba verdaderamente eficaz en tramos revirados, sino que también se postulaba como una alternativa viable para hacer viajes largos. Si bien es cierto que el mayor aislamiento y equipamiento lo hacían algo más pesado que el roadster nipón, también ofrecía mecánicas más enérgicas.
Cuando se lanzó al mercado el BMW Z3, las motorizaciones disponibles eran los conocidos cuatro cilindros de 1.9 y 2.2 litros, con 115 (M43B18) y 143 CV (M44B19) respectivamente. En abril de 1997 llegó el seis cilindros de 2.8 litros con 193 CV (M52B28) y, además, el Z3 Roadster M, con el motor de 3.2 litros y 321 CV (S50B32). Con este propulsor, el mismo que el del M3 E36, el Z3 se convirtió en un pequeño deportivo de muy altas prestaciones, alcanzando lo 100 km/h en apenas 5 segundos y una velocidad máxima de 250 km/h.
Los Z3 Coupé se comercializaron solo con mecánicas de seis cilindros: el 2.8i de 193 CV, el 3.0i de 231 CV y las versiones M con 321 (1997-2001) y 325 CV (2001-2002). Como curiosidad, el Z3 M Coupé fue el coche de seguridad que se utilizó en MotoGP durante la temporada del año 2000, y en la carrocería roadster, hay un modelo único muy especial: el Z3 M V12. Esta unidad con motor V12 de 326 CV se fabricó para comprobar la capacidad del vano motor del Z3… y fue un completo desastre, pues el frontal era demasiado pesado.
BMW también fabricó algunas versiones especiales bajo la denominación “Individual” con una combinación muy exclusiva de colores y equipamiento. Algunas de estas ediciones fueron la “British Traditional”, “Dakkar” o “Kyalami”. Más comunes fueron las versiones “Sport Edition”, que se podían encontrar en los bloques de 1.9, 2.2 y 3.0 litros. Esta vertiente equipaba unas llantas de 17 pulgadas de diseño específico, una suspensión más baja (-1,5 cm), un diferencial autoblocante y un interior con asientos deportivos y detalles M.
En 1999, ya se habían vendido casi 170.000 unidades del Z3, y el modelo se actualizó ligeramente con una zaga más musculosa, nuevos pilotos traseros y un frontal que incluía unos faros con el borde cromado. Mecánicamente, había novedades, como el motor de 1.9 litros de 117 CV (M43B19), el seis cilindros de 2.0 litros de 150 CV (M52B20) y de 2.2 litros con 170 CV (M52B22). El punto culmen de la gama estaba ocupado por el seis cilindros de 3.0 litros de 231 CV (M52B30) y las versiones firmadas por BMW Motorsport con 325 CV (S54B32).
En cuanto a su diseño, la carrocería del BMW Z3 fue diseñada por Joji Nagashima, que también creó las líneas del Serie 5 (E39) y del Serie 3 (E90). El Z3 continuaba la característica fórmula de los roadster clásicos de la casa, siendo un digno sucesor, en tamaño compacto, del mítico 507 de los años 50. La imagen de este biplaza bávaro supo combinar a la perfección formas modernas y atrevidas con detalles clásicos como las branquias laterales. Hoy en día, las formas del Z3 son consideradas como una estética clásica atemporal, y muy valorada ahora.
Su primer conductor fue James Bond, durante la película de la saga del agente 007 “Golden Eye” (1995). El estreno del filme tuvo lugar en noviembre, siendo el Z3 fue el fiel compañero de Pierce Brosnan en las escenas más dinámicas, un coche que se encuentra en el Museo BMW de Múnich. Ese mismo año, se lanzó en Estados Unidos la versión Z3 James Bond Edition, limitada a solo 20 unidades. Su éxito fue tal que la producción se tuvo que incrementar a 100 coches. A principios de 1996, toda la producción anual del Z3 (15.000 unidades) ya estaba vendida.
Tras 297.087 unidades, la última unidad que se fabricó en la planta de Spartanburg, Estados Unidos, fue el 28 de junio de 2002, y está expuesta en el museo de la fábrica. Sin duda, todo un homenaje a un pequeño deportivo que ofreció a sus conductores todo el placer de conducir de cuando BMW sabía hacer coches para entusiastas. Los aficionados a los deportivos ya llevan varios años considerando al Z3 como un clásico, y la actualidad ya demuestra su revalorización; no hay más que echar un vistazo a la evolución de sus precios en el mercado de segunda mano.
Fuente: BMW
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