Han pasado nada menos que 90 años desde el nacimiento del Citroën Traction Avant, un ejemplar que forma parte de la historia de la marca francesa. La firma fundada por André Citroën sorprendió a principios del siglo pasado por la cantidad de innovaciones que iba introduciendo en sus automóviles. Ese nivel quedó reflejado en un ejemplar, el Citroën 7 que salió en 1934. Aunque recibía su nombre por clasificación fiscal, rápidamente se le apodó como Traction Avant debido a todas las novedades que incorporaba.
Conocido también como el coche de las 100 patentes, destacaba por tener prácticamente todas las soluciones técnicas más modernas de su época. Es decir, era un coche con carrocería monocasco, de tracción delantera, con frenos hidráulicos y la suspensión independiente en las cuatro ruedas. Se dice rápido, pero todas esas incorporaciones le convirtieron en un referente en el momento y se coronó como uno de los más seguros y confortables. Su cometido era sustituir a los Citroën 8, 10 y 15; y vaya si lo consiguió…
En plena crisis económica mundial, lo que buscaba la marca francesa era algo revolucionario y que aventajase a la competencia. Las novedades técnicas y ese nivel de innovación lo cierto es que llevaron a Citroën a la quiebra y Michelin tuvo que salir al rescate, pero también se establecieron los estándares de la marca. De hecho, el Traction Avant puso la base para todos los modelos que llegaron después. Si hablamos de elementos innovadores tendríamos que destacar los siguientes:
- Carrocería monocasco de acero: eliminaba la necesidad de chasis y rebajaba el centro de gravedad al tiempo que se reducía el peso y conseguía una aerodinámica muy destacada.
- Motor de válvulas en culata con manguitos desmontables: introdujo la tracción delantera a la marca y le permitía también una mejor distribución del peso.
- Frenos con control hidráulico: mejoraba mucho el rendimiento y la precisión del sistema de frenado.
- Suspensión de barra de torsión independienteen las cuatro ruedas: mejoraba muchísimo el confort comparado con las ballestas de la época gracias a esa amortiguación independiente.
- Transmisión automática: no llegaría a los primeros ejemplares, pero después se sumó a la ecuación.
Generaciones del Citroën Traction Avant
La primera generación fue conocida como Citroën 7 A por los caballos fiscales (32 CV de los nuestros) que entregaba su motor de cuatro cilindros y 1.3 litros. Tuvo varias evoluciones y variantes, pues poco después llegarían los 7 B y C con motores de mayor cilindrada y nivel de potencia. Incluso hubo una versión deportiva llamado 7 S o 7 Sport con mecánica de 1.9 litros y 46 CV para conseguir una velocidad máxima de 115 km/h (los demás se quedaban en torno a los 100 km/h). Estuvo a la venta hasta primavera de 1941.
Después llegaría el Citroën 11, considerado como la segunda generación y también nombrado por su potencia fiscal (que equivalía a 46 CV). El 11 A se quedaba en ese nivel con el motor de 1.9 litros, pero fueron llegando evoluciones con una carrocería de mayor tamaño y un interior mejorado. Incluso hubo hueco para una versión comercial con carga útil de 500 kg, para un 11 Performance de 56 CV o el flamante 11 D con el motor de 68 CV que luego daría vida al DS 19. Estuvo a la venta hasta julio de 1957 y fue el último Traction Avant.
Entre 1934 y 1957 que estuvo en producción, se vendieron nada menos que 758.948 unidades de todas las versiones. También hubo varias versiones que no entraron en producción y que sirvieron como laboratorio de pruebas. El Citroën 22 por ejemplo llevaba un V8 de 3.8 litros y era capaz de llegar a los 140 km/h gracias a sus 100 CV de potencia y las mejoras de chasis. Apenas se hicieron unos cuantos prototipos y terminaron desapareciendo.
Inspiró al Citroën 15 Six, con su motor de seis cilindros en línea y modificaciones respecto al 11 B del que partía. Se ganó el apodo de «Reina de la Carretera» debido al confort que ofrecía, pues llevaba la suspensión hidroneumática de altura constante que después recibió el DS 19. Sobra decir que el Traction Avant adaptó su carrocería a más no poder. Aunque los conocidos eran el coupé y el descapotable, también hubo sedán, carrocería larga de seis ventanillas y el comercial. Podía llevar de 2 a 9 personas y se adaptaba a cualquier cosa.
Tanto es así que se aventuró incluso en la competición y en la resistencia. Participó en algunas como la Vuelta a Francia y Bélgica (5.007 km en 77 horas), la París-Moscú-París (3.200 km en ocho días) e hizo un raid de 400.000 km (esencialmente entre París y Montecarlo) haciendo medias de 1.000 km diarios. En el autódromo de Linas Montlhéry batió hasta cinco récords internacionales por sus velocidades medias con el apoyo del equipo de aceites Yacco.
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