El motor rotativo, es un tipo de mecánica que no se usa mucho para propulsar coches, de hecho, en estos momentos, sabemos que no se están produciendo estos motores por parte de Mazda, el fabricante japonés que fue el que más desarrolló este tipo de mecánica. Sin embargo, no fue el único en hacer coches con esta motorización, sino que encontramos varias marcas que lo montaron, si rebuscamos un poco en la historia de la automoción.
El motor Wankel, es un motor que se sale de lo normal. Aunque no sea muy conocido, tiene pedazos de historia que hacen que sea una motorización un tanto peculiar. Es un motor que básicamente se diseñó para competir (vencieron en las Le Mans, cin uno de los mejores coches de las 24 Horas) y es capaz de alcanzar un gran número de revoluciones. A diferencia del motor de pistones, no tiene un corte de revoluciones específico, ya que el rotor sigue girando y no tiene ninguna culata que le impida hacerlo.
Dejando de lado la diversión que ofrecen, los motores rotativos también tienen su lado negativo. Pecan de poca fuerza par, dada la baja cilindrada que requieren. Y su fiabilidad es bastante baja. De hecho, en modelos como el Mazda RX7, es raro encontrar modelos que superen los 120.000 kilómetros. Son motores que requieren un mantenimiento exhaustivo. Pero transmiten sensaciones que un motor de pistón no es capaz, de ahí su legión de aficionados.
Antiguamente, como hemos comentado, no solo Mazda se dedicaba a producir esta mecánica, sino que numerosos fabricantes se lanzaron a la aventura. Entre los modelos y desarrollos más representativos, destacamos estos cuatro ejemplos:
Chevrolet XP-895 (el Aerovette)
Gracias a la innovación, y el intento de comprobar hasta donde llegaría la aceptación del mercado con un nuevo concepto de vehículo, con el Chevrolet XP-895. Fabricado sobre la base de Chevrolet Corvette, fue conoció popularmente como Aerovette. Era deportivo propulsado por dos motores rotativos (aprovechados del prototipo Chevy Vega de 1973) unidos, formando un conjunto de cuatro rotores que generaban una potencia de 420 CV.
Representaba una alternativa realmente tentadora frente al V8 tan característico del Corvette. Sin embargo, el público fue exigente, y demandaron una motorización con un sonido y par acorde a la filosofía de los coches americanos. Aunque el sonido que generaba este motor de cuatro rotores, era muy similar al de los antiguos F1, fue un fracaso y se unió al conjunto de los prototipos de Corvette que no llegaron a fabricacrse.
Citroën M35
Mientras que marcas como Chrysler investigaban las maneras de sobrealimentar un motor, Citroën se centró en los motores rotativos, lanzando este Citroën M35, un coche con una estética un tanto peculiar, que se basó en las líneas del antiguo CItroën DS. En este caso, el motor era de dos rotores, con el característico GS Birotor, que contaba con 107 CV de potencia.
Aunque comercializaron varios modelos con este motor, con la crisis del petróleo el interés fue decayendo, ya que, aunque estos motores no sean de una cilindrada muy grande, sus consumos son elevados. Por esta razón, el fabricante francés tuvo que dejar de equipar sus coches con estos motores.
Mercedes-Benz C111
Este deportivo con un aire futurista (teniendo en cuenta la época), nace del planteamiento de los nichos que había en el mercado de la automoción. Mercedes quería hacer algo diferente, y en lo que pocos fabricantes estuviesen metidos. Evitando los motores diésel y los monstruosos V8 de aquel entonces, se decantan por los motores rotativos. De ahí nace el Mercedes-Benz C111, un deportivo con un motor de cuatro rotores y 370 CV de potencia.
Por si fuera poco, después lanzaron otra versión sobrealimentada que producía 500 CV y alcanzaba los 400 km/h, gracias a su aerodinámica. Unos datos espectaculares. Este es uno de los coches que hacen que echemos de menos los motores rotativos en el mercado automovilístico.
NSU Ro 80
Finalmente, nos encontramos con el NSU Ro 80, un coche de origen alemán, que fue uno de los primeros en incorporar los motores rotativos en una versión de calle. En concreto, montaba un motor de casi 1.000 cc que generaba 113 CV de potencia y una caja de cambios automática (manual pilotada) de tres velocidades.
No es que fuese muy potente, pero cualquier apasionado de los coches querría tener uno en el garaje, pues es un coche histórico que supuso la introducción de los motores Wankel en el mercado automotriz.
Vía: Jalopnik