Cuando Gottlieb Daimler dio vida al primer camión en 1896, Carl Benz en Mannheim se acercó al vehículo comercial al mismo tiempo, pero de una forma completamente diferente. Se centró en los autobuses y en lo que hoy llamaríamos “furgonetas”. En la jerga contemporánea, estos primeros vehículos comerciales recibieron la denominación “Daimler-Benz Motor-Lastwagen” o “Lieferung-Wagen Benz”. Nosotros nos quedaremos con la expresión “vehículo de reparto Benz”.
Los últimos compases del siglo XIX estuvieron repletos de acontecimientos para la Rheinische Gasmotorenfabrik Benz & Cie., en Mannheim. La gama de productos, que hasta la fecha se había caracterizado por sus turismos descapotables, se amplió para incluir no solo a la furgoneta de reparto, sino también el primer coupé con motor de combustión interna. La imagen que surge es la de una diversificación exitosa para el inventor del automóvil al uso, una fortaleza que aún continúa caracterizando a la marca Mercedes-Benz en la actualidad.
El “vehículo de reparto Benz” se mencionó por primera vez en un catálogo de Benz & Cie. en mayo de 1896. El nuevo concepto, un “vehículo de motor patentado de diseño específico para el reparto de mercancías, con un motor de 5 CV”, suscitó rápidamente un interés considerable. Sin embargo, no fueron los clientes de Alemania los más interesados en este pionero diseño. El primer ejemplar conocido fue entregado a los grandes almacenes parisinos “Du Bon Marché”, con una ilustración de los mismos en el catálogo de la furgoneta germana.
El hecho de que el primer cliente de la furgoneta procediera de Francia encaja con la forma en que se estaba desarrollando el mercado de la automoción en ese momento. Porque, aunque los nuevos medios de movilidad fueron inventados en Alemania en 1886, tanto por Carl Benz como por Gottlieb Daimler, fue en Francia y Gran Bretaña donde la revolucionaria innovación fue entonces mejor recibida. Así que era lógico que, el 5 de diciembre de 1896, llegara a París esta primera furgoneta de reparto motorizada con motor de combustión interna.
La primera furgoneta de reparto de la historia tenía una carga útil de 300 kilogramos y estaba basada en una estructura que Benz también utilizó en los modelos “Victoria” y “Vis-à-Vis”. Los diseñadores hicieron un uso óptimo de la longitud total del vehículo colocando el propulsor debajo del área de carga. Por lo tanto, la furgoneta también fue el primer vehículo comercial en presentar una estructura concepto “sándwich”: el conductor se sienta directamente sobre el eje delantero, equipado con llantas de madera y neumáticos de goma maciza.
La furgoneta estaba propulsada por un motor monocilíndrico montado horizontalmente, con una cilindrada de 2,9 litros y una potencia de 5 CV. Un total de tres relaciones de transmisión llevaron la potencia del motor al firme: primero por poleas escalonadas, luego por el engranaje planetario y finalmente el contra eje. Desde aquí, dos cadenas conducían a los piñones de las ruedas traseras. El embrague se accionaba al enganchar y desenganchar las correas. Con esta combinación, alcanzaba los 15 km/h a máxima carga y superaba pendientes de hasta el 10 %.
El precio de venta fue de 4.500 marcos. Un tercio de la cantidad tenía que pagarse en efectivo al realizar el pedido; el resto cuando el vehículo fuese entregado en Mannheim. Se desconoce cuántos clientes en ese entonces optaron por comprar esta innovadora furgoneta de reparto, además de los grandes almacenes de París. También a finales de 1896, Émile Roger, el agente comercial de Benz para Francia, desarrolló un plan para una furgoneta basada en la Benz Velo. Su socio en la empresa fue Léon LʼHollier de Birmingham, Inglaterra, hasta 1897.
Fuente: Daimler
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